Violencia en la infancia

Niño triste

Silvia Alonso Herrarte, Psicología con Alma | Empiezo este artículo desde el sentimiento, desde el impulso más que desde la fría lógica o la cabeza. Y es que hay una creencia muy extendida en la sociedad, “A los niños ya no se les trata mal…” En estos casos yo siempre me hago la misma pregunta, ¿Qué será para ellos tratar bien? Para mi esta muy claro, todo lo que no sea un buen trato es maltrato y todo lo que no sea respetuoso es violento. Aquí entra el gran abanico de las personas, las justificaciones y la minimización de la agresión. Lo podemos maquillar, quitar importancia o invisibilizarlo, pero lo que es, es.

Hemos avanzado en otros sectores, por suerte ya no esta bien visto pegar o insultar a un adulto, no lo justificamos por muy torpemente se haya comportado. Hemos avanzado respecto a la mujer, la violencia de genero ya no son cosas del matrimonio, ni de la intimidad de la casa….

¿Pero qué pasa con los niños?

Os dejo una serie de datos que esclarecen la realidad que estamos viviendo:

El registro unificado del maltrato infantil (RUMI), registra 21.521 casos notificados en España en 2021, un aumento del 37% respecto al año anterior, aunque hay que tener en cuenta que fue el año de pandemia y cayeron las notificaciones.

Mas de la mitad de las víctimas de maltrato infantil son adolescentes, menores de entre 11 y 17 años. La violencia más frecuente es la negligencia el 42,75% y la emocional el 30,75%. Destacamos que aumentan las notificaciones graves siendo el 52% de los casos.

Unos ejemplos de como justificamos la violencia si se trata de un niño a diferencia de un adulto.

Si llegamos a casa y vemos a nuestro esposo solo llorando, nuestro primer impulso es ver que le ocurre, abrazarlo, consolarlo…

Si es un niño, nos recomiendan ignorarlo porque si no se nos subirá a la chepa, nos está manipulando. O minimizamos su sentimiento quitándole importancia para que se le pase antes.

Si mi marido esta enseñando su coche nuevo a un compañero del trabajo, no me sale cogerle las llaves y dejárselas al compañero, porque hay que compartir.

Si estoy con mi hijo en el parque y no quiere compartir su pala, voy a recibir miles de miradas… el mensaje es que no importa si no conoce al niño, si es su juguete favorito… para ser un buen niño hay que compartir.

Si un adulto tiene una reacción de enfado, ponemos limites, pero también comprensión por las circunstancias en las que pueda estar. Validamos su emoción, ponemos límites a su conducta, pero no a él.

Si se trata de un niño, tendemos a enfadarnos aun más que él y lo castigamos, invalidando su emoción, le damos el mensaje de que no pude enfadarse, tener voz, criterio… Porque los adultos saben más.

Podría seguir poniendo ejemplos, en consulta son diarios. Normalizamos la violencia en la infancia bajo la justificación de que tenemos que enseñar a los niños, sino se echaran a perder.

Queremos que una persona se comporte bien haciéndole sentir mal, es paradójico y completamente errado. Si das amor y respeto recibes amor y respeto, pero si das violencia recibirás violencia, de aquí tanta adolescencia rebelde. Si siembras vientos recogerás tempestades.

Normalizamos o justificamos conductas en lo adultos que no son propias de la edad que tienen, que sería esperable más capacidad de gestión. En cambio, en los niños exigimos conductas que son inviables debido a la falta de madurez cerebral propia de la edad. No es posible que nuestro hijo de 3 o 4 años permanezca mucho tiempo quieto, que no toque las cosas, que no se manche, que este callado, que quiera colaborar si esta cansado o con sueño… Y aun tiene menos sentido castigarlo, chillarlo o zarandearle por no hacer algo que madurativamente no puede hacer. Pero aun más importante, es una persona y se merece el mismo respeto.

El niño solo quiere ser querido, visto, si no lo consigue simplemente siendo buscará otras formas, nunca con el objetivo de dañar (cerebralmente aun no tiene ni siquiera la capacidad) la maldad forma parte de los adultos, no de los niños.

Las heridas que se forman en la infancia son las responsables en la vida adulta de la inseguridad, baja autoestima, poca seguridad en uno mismo o en el entorno, dependencia, dificultad para gestionar las emociones, etc.

Pensemos con detenimiento como tratamos a los niños, dejemos de normalizar la violencia y pongamos medios para protegerlos.

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