Las mujeres en el ministerio de Jesús

Jesús sana a la suegra de Pedro
Jesús sana a la suegra de Pedro (John Bridges)

Francisco Castro, Diácono permanente | Creo que si hiciéramos una encuesta a cualquier persona que tenga un mínimo de cultura cristiana, sobre quienes eran los llamados doce apóstoles que siguieron a Jesús durante su actividad pública, una inmensa mayoría no sería capaz de mencionar a todos ellos, aunque supongo que por lo menos a dos o tres de ellos, quizás a Pedro, Santiago o Juan, sí serían capaces de mencionar. Pero si a esas mismas personas les hiciéramos la misma pregunta sobre las mujeres que acompañaron a Jesús en su ministerio es posible que su respuesta fuera más restringida a la hora de dar nombres concretos. Lo cierto es que durante su ministerio Jesús no sólo se rodeó de hombres, sino que la presencia de las mujeres fue algo tan importante como normal y habitual. No hay duda que la mujer más importante para Jesús en su vida fue su madre, la Virgen María. Ella que fue la elegida por Dios para dar vida a la Palabra, estuvo muy presente de forma activa en el ministerio de Jesús. Ella a quien Simeón profetizó “que una espada atravesaría su corazón” (Lc 2.35). Ya intuía el dolor que iba a experimentar años más tarde. Es María quien en las bodas de Caná de Galilea como al ver que a los novios se les había terminado el vino, le dice a su hijo que debe ayudarlos. Siendo ésta la primera señal milagrosa que hizo Jesús (Jn 2.1-5). Pero no todo fueron momentos felices los que vivió María. Ella fue quién estuvo al pie del monte Calvario viendo a su hijo crucificado como un ladrón, y fue María quien estuvo con los apóstoles para orar junto a ellos (Jn 1,14) cuando ya Jesús había resucitado de entre los muertos.

Pero la lista de las mujeres que de un modo u otro estuvieron presentes en la vida de Jesús es muy amplia. Están las que recibieron un milagro por parte de Jesús; las que fueron perdonadas por Jesús; a las que Jesús puso como ejemplo; aquellas que estuvieron en el Monte del Calvario y a las que se presentó el Señor en su resurrección.

Para profundizar en alguna de ellas comenzaré por nombrar a las mujeres que fueron merecedoras de un milagro por parte de Jesús. San Mateo nos relata como la suegra de Pedro es curada por Jesús cuando éste va la casa de su apóstol. San Mateo nos narra como Jesús al llegar a la casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. Le tocó con la mano y la fiebre la dejó; y se levantó y se puso a servirle (Mt 8,143-15). Otras de las mujeres que recibieron un milagro por parte de Jesús fue la hija de Jairo, un magistrado que tenía el cargo de jefe de la sinagoga. Jairo fue en busca del Señor y le dijo “Mi hija acaba de morir, pero ven, impón tu mano sobre ella y vivirá”. (Mt. 9.18-26). Jesús fue a su casa y tomándola de la mano le dijo: “Talitha kum”, que significa, “Niña a ti te hablo, levántate” (Mc 5,41). Pero hay más ejemplos de mujeres que recibieron el milagro de manos de Jesús: la mujer con derrames de sangre (Mt 9,18-26); la viuda de Naím (Lc 7,11-17); la Sirofenicia (Mc 7,24-30); o la mujer encorvada (Lc 13,10-13).

Jesús en su actividad pública no sólo se hizo acompañar de mujeres, sino que exaltó públicamente el comportamiento ejemplar de muchas de ellas, frente a situaciones comprometidas para la época en que vivió Jesús durante su ministerio. Sirva como ejemplo el caso de la “viuda pobre”. San Marcos nos relata cómo estando Jesús en el templo miraba como echaba la gente monedas en el arca del Tesoro. Los ricos echaban mucho, pero se fijó en una viuda muy pobre que echó apenas unas moneditas. Ante este hecho llamó aparte a sus discípulos y les dijo: “Os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del tesoro. Pues todos han echado de lo que les sobraba, ésta, en cambio ha echado cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir” (Mc 12,41-44). Está claro que Jesús era consciente de la hipocresía de los ricos, frente a la solidaridad de quien da todo lo que tiene a quien más lo necesita. Porque “dar aquello que te sobra nunca fue caridad, sino dar limosna”. Otras de las mujeres que fueron presentadas como ejemplo ante la sociedad fueron: la mujer cananea, a la que Jesús alaba su fe (Mt 15,21-28), o la viuda de Sarepta (Lc 4,25-26; 1 R 17.9). Todas ellas son un claro ejemplo de que a Jesús sí le importaba los buenos ejemplos frente a las injusticias o la hipocresía, y los presentaba ante sus seguidores como ejemplos a seguir, aunque fueran mujeres quienes protagonizaran dichos comportamientos. Y en una época y un entorno donde la mujer precisamente tenía un escaso protagonismo, por no hablar de la inexistencia de derechos civiles y religiosos, Jesús elogiaba públicamente el ejemplo de estas mujeres.

Pero a Jesús no sólo le siguieron las mujeres cuando estaba vivo. En el Monte del Calvario, donde fue crucificado, ahí también estuvieron ellas. Acompañando a la Virgen María en ese durísimo trance de la muerte de su hijo, estaban según el evangelio de Mateo: María Magdalena, María la madre de Santiago y de José y Salomé la madre de los hijos del Zebedeo. (Mt 27,55-56). San Juan en cambio nos indica que estaban junto a Jesús su madre, la hermana de su madre, María la esposa de Clopás y María Magdalena (Jn 19,25-27). Este es un hecho de gran importancia, me refiero a que cuando todos los apóstoles, menos San Juan, abandonan a Jesús, son las mujeres quienes tienen la valentía de estar al pie de la cruz, dando así un claro ejemplo del amor que sentía por el Señor.

Y no podemos olvidar que cuando Jesús resucitó el primer día de la semana se le apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios (Mc 26,9). Es a ella a quién Jesús le pregunta por qué llora y a quien busca. Y es a ella a quien llama por su nombre y le encarga que vaya a avisar a los discípulos que ha resucitado (Jn 20,18).

Creo que después de todos estos ejemplos, nadie puede dudar de la importancia que tuvieron las mujeres en la vida pública de Jesús, igual que lo tienen ahora en la Iglesia, porque ¿qué sería de la Iglesia sin la presencia de las mujeres en ella?

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