Semana Santa y religiosidad popular

Crucificado

Francisco Castro, Diácono Permanente | Terminada la Cuaresma los católicos de todo el mundo nos disponemos a celebrar unos días muy especiales conocidos popularmente como: “Semana Santa”. Una semana que alcanza su punto álgido en el Triduo Pascual que empieza con la misa de la Última Cena y termina con la misa del Domingo de Resurrección.

La forma de vivir y de celebrar este acontecimiento pascual varia en sus expresiones artísticas y populares según el pueblo, ciudad, o país católico en que se celebra. La llegada de la Semana Santa, trae consigo decenas de procesiones que llenan las calles de nuestras ciudades. Son desfiles religiosos, llenos de sentimiento interior con los que los cristianos conmemoramos la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo.

Hablar de Semana Santa es hablar de Hermandades y Cofradías cuyo origen se remonta al siglo XV. Éstas fueron fundadas por grupos de laicos, es decir, personas no religiosas, que se unieron con dos funciones principales: la de unirse en momentos difíciles (como enfermedades y muertes) y la de experimentar la Pasión de Cristo (Penitencia). Fue por ese deseo de vivir el dolor de Cristo, por lo que comenzaron a salir a la calle a representar los padecimientos. Esto explica dos cosas: por un lado, que las primeras imágenes que salieron a la calle fueron Crucificados y Dolorosas y, por otro, que hubiera dos clases de cofrades, los de luz (como los de hoy en día) y los de sangre, que se auto flagelaban.

Todas estas expresiones son conocidas como “religiosidad popular”. Valorada por muchos y fuertemente contestada desde otros sectores, la religiosidad popular es algo tan presente como imprescindible en la vida y cultura de los pueblos.

Actualmente según algunos sociólogos, el sentimiento religioso está recobrando interés. Es un hecho contrastable que las cofradías y hermandades viven un pujante momento, no sólo por el aumento de cofrades, sino de interés por el conocimiento y la formación, al acercarse a lo que significa esta peculiar manera de vivir la fe.

Es cierto que a la expresión “religiosidad popular “podríamos añadir otras formas y variantes con el mismo significado, y así se habla de “piedad del pueblo”, “catolicismo popular”, “piedad popular”, “religión del pueblo”, etc…,

El acercamiento a una definición y concepto de religiosidad popular, gira necesariamente en torno a dos realidades: religión y pueblo.

Ante esta afirmación ¿podemos dar una definición aproximada de lo que es la religiosidad popular?

  • San Juan Pablo II, en su carta a los Obispos de Chile (19-10-1984) insistía en que la religiosidad popular no puede reducirse a una expresión antropológica o sociológica, sino que se trata de momentos de gran intensidad de gracia, en los que el hombre descubre sus propias raíces y se siente inclinado a la oración, a la penitencia y a la caridad fraterna.
  • La Congregación para el Culto Divino (Directorio sobre la piedad popular y la liturgia. Principios y orientaciones. Madrid: BAC 2002) nos indica que la realidad indicada con la palabra “religiosidad popular” se refiere a una experiencia universal: en el corazón de toda persona, como en la cultura de todo pueblo y en sus manifestaciones colectivas, está siempre presente una dimensión religiosa. Todo pueblo, de hecho, tiende a expresar su visión total de la transcendencia y su concepción de la naturaleza, de la sociedad y de la historia, a través de mediaciones cultuales, en una síntesis característica, de gran significado humano y espiritual. La religiosidad popular no tiene relación, necesariamente, con la revelación cristiana. Pero en muchas regiones, expresándose en una sociedad impregnada de diversas formas de elementos cristianos, da lugar a una especie de “catolicismo popular”, en el cual coexisten, más o menos armónicamente, elementos provenientes  del sentido religioso de la vida, de la cultura propia de un pueblo, de la revelación cristiana.
  • Benedicto XVI afirmó ante la V Conferencia del Consejo de Conferencias Episcopales de América Latina y el Caribe (13-5.2007) que la religiosidad popular es un precioso tesoro de la Iglesia católica que ella debe proteger.
  • El Cardenal D. Carlos Amigo Vallejo en la conferencia inaugural del Congreso Latinoamericano de Religiosidad Popular (Valladolid, 15-18 octubre 2008) definió la “piedad popular” como las diversas manifestaciones cultuales, de carácter privado o comunitario, que en el ámbito de la fe cristiana se expresan principalmente, no con los modos de la sagrada Liturgia, sino con las formas peculiares derivadas del genio de un pueblo o una etnia y de su cultura.
  • Para el Cardenal-Arzobispo de Valladolid, D. Ricardo Blázquez Pérez, la piedad popular es el conjunto de manifestaciones de la fe inculturada en el pueblo. (Memoria y gratitud. Salterrae 2016)

No podemos negar que en la actualidad por un lado crece el número de los que se confiesan indiferentes en materia religiosa, pero por otra parte, aumenta la participación de esas mismas personas en acontecimientos religiosos como son las procesiones de Semana Santa. Sin embargo, lo religioso cuenta poco en la esfera pública y social. Es por ello que aquellos que fuimos bautizados en la fe de Cristo, debemos vivir de una forma muy especial la Semana Santa, tenemos que participar de esas maravillosas manifestaciones artísticas-cultuales que son las procesiones y hacer patente en ellas nuestra religiosidad popular. Pero no podemos ni debemos olvidarnos de nuestra participación y asistencia en familia a los oficios y ceremonias propias de la Semana Santa, porque la vivencia cristiana de estos misterios debe ser comunitaria, al igual que lo es nuestra Iglesia, una Iglesia que es ante todo fraterna y caritativa.

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