El Cristo de Truchas

El Cristo de Truchas

Federico Jiménez de Cisneros, Profesor de Historia | En una página de internet se lee que, sobre una montaña, “una imagen blanca de Cristo se alza sobre lo que, en otro tiempo, fue una construcción medieval, y bendice la región como si fuera una modesta réplica del gran Cristo Redentor del monte Corcovado de Río de Janeiro”.

Salvando las diferencias, esta imagen del Sagrado Corazón en Truchas nos hace reflexionar: la imagen de Jesús, expresión de paz y amor, domina las ruinas de un castillo, expresión de guerra y lucha. El monumento está en un lugar apartado de las grandes vías de comunicación, pero cerca de ellas, entre Astorga y Puebla de Sanabria, en la provincia de León. Las localidades cercanas son Truchas y Valdavido. La cumbre sobre la que se encuentra es la peña de Valcaliente, a casi 1400 metros de altura.

La imagen data de 1957, aunque fue inaugurada el 5 de septiembre de 1965, y es obra del escultor vizcaíno José Larrea Echániz, autor igualmente de otros magníficos monumentos al Sagrado Corazón en tierras españolas.

La historia de este monumento evidencia el fervor y el entusiasmo de quienes lograron realizarla: desde el proyecto, su ejecución en Bilbao, el transporte en camión, la subida hasta la cumbre, con el apoyo y la colaboración de empresas de la comarca que prestaron camiones, poleas y lo necesario, e incluso de militares de un regimiento de Astorga. Desde el principio, el proyecto contó con un amplio respaldo popular, y como expresión de ese deseo, la imagen fue sufragada con donativos de personas particulares.

Es una imagen monumental, de unos ocho metros de altura y veinte toneladas de peso, asentada sobre una base de hormigón. La imagen representa a Jesucristo de pie, con la cabeza mirando al frente, la mano izquierda señalando su Corazón, visible delante del pecho, y la mano derecha extendida y en actitud de bendición. Apoya sus pies desnudos sobre una semiesfera que representa el mundo, recordando el deseo de su reinado sobre toda la tierra. Como afirmó don Marcelo González Martín, entonces obispo de Astorga, es “símbolo externo y material del amor de Dios a los hombres”.

Cincuenta años después de su colocación e inauguración, grupos de paisanos suben, con las dificultades propias del acceso, hasta los pies de la imagen, para celebrar misa de campaña y festejar su presencia con bailes, danzas, música y comida fraterna. Esta imagen forma ya parte del paisaje de esta zona humilde, trabajadora, sencilla y austera conviertiéndose en un símbolo de confraternidad. Y, como alguien afirmaba, también ellos tienen derecho a una imagen del Corazón de Jesús que les recuerde que Cristo es el camino, y que nos invita a ir a Él todos los que estamos cansados y agobiados, porque Él nos aliviará.

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