Peregrinos de María
| Para mí la peregrinación a Fátima de JRC es, sin duda, el pilar que me sostiene espiritualmente y de otros muchos modos al comenzar el año. Esos 5 días de febrero en los que voy a ver a mi Madre me llenan de paz y renuevan en mi los deseos de vivir para consolar su Inmaculado Corazón y extender el Reino de Cristo.
Este año era especial por ser el 25º aniversario, y también lo era para mí pues era mi décimo año y el primero después de cumplir el sueño de acabar mi carrera de medicina; y la verdad que ha sido uno de los mejores años por tantas cosas: como ir por primera vez de jefe de una comisión como limpieza y no tener grupo fue una prueba para mí pues siempre fui de monitor y contaba a otros la maravilla de vivir en los brazos de María, pero al final es Ella la que te da fuerza y te lleva y es que he vuelto a experimentar ese “hay más alegría en dar que en recibir”. Otro motivo fue el inolvidable concierto de la última noche que mis queridos hermanos de grupo hicieron posible con esos dones que Dios les dio y que pusieron al servicio del evangelio. Pero sobretodo que la gente cuente al volver que su momento preferido fue la exposición del Santísimo al final del concierto te hace ver como El toca los corazones y lo sobrenatural queda por delante de lo superficial aunque sean canciones tan bonitas. También este año la vigilia, que es el corazón de la peregrinación, fue con el Santísimo expuesto, ¡otro regalo que me hizo tanto bien! Ver como Jesús te dice “mírala es tu madre, yo te la doy para que te cuide, no te olvides de Ella, de que eres su caballero por esa consagración”.
Y es que si por algo para mí es especial Fátima es porque en 2008 la Virgen me regaló el consagrarme a Ella, y desde entonces no he parado de sentir sus cuidados, no solo en la vida espiritual en la que he crecido de su mano, también en cada uno de esos ‘milagritos’ que hizo a lo largo de la carrera y que sin Ella hubiera sido imposible llegar a la meta. Ahora tengo la dura etapa del MIR pero sé que Ella seguirá a mi lado sosteniéndome cuando venga el desánimo porque nunca me ha fallado, por eso en este Fátima la palabra grabada a fuego en mi interior era GRACIAS. Nunca tendré vida para agradecerla tantas cosas: 9 años y medio en esta segunda familia que es Peregrinos de María, donde encontré amigos en el Señor para toda la vida, un montón de familias que son un ejemplo precioso de lo que quiero en mi futuro, un ideal muy grande que es dar a conocer todo esto y llevar almas al Corazón de Jesús… por tantas cosas GRACIAS MADRE, porque siempre has velado por mí sin ruido sin prisas sin brillo, escondida en el silencio.
Siempre he dicho que para mí la capelinha es un cachito de cielo, y cada año lo vuelvo a experimentar, pues se respira una paz y una alegría celestial que no sabes porqué, aunque haga mucho frio, estarías allí horas y horas. Aunque sea un lugar tan sencillo, Ella te mira con esos ojos dulces llenos de ternura maternal, y eso es lo único que te importa, da igual tus tristezas, tus pecados o tus preocupaciones, sientes que estás en sus brazos y no quieres moverte.
También puedo decir que al estar allí cada año uno siente gran admiración por la paciencia que Jesús y María tienen conmigo, te propones mil cosas bonitas que piensas en la vigilia, pero no cuento con mi debilidad, me apoyo demasiado en mi y no en Ella y al siguiente año vuelvo con las mismas heridas. Pero como nos decía nuestro consiliario, “vamos a Fátima a decirla: ‘mamá pupa’, porque Ella es la mejor posadera a la que nos lleva Jesús cuando estamos tirados en el camino medio muertos”.
En definitiva, estar con Ella es volver a sentirse tan amado, es renovar ese deseo de pertenecerle solo a Ella, con lo que eso implica (donde yo vaya que Ella esté a gusto, no olvidar cada día consolarla con el rosario, ni tampoco de pedir que me haga humilde y sencillo como Ella), es perder el miedo a las futuras batallas pero confiando en su gracia y no en mis fuerzas, es encender ese fuego en mi corazón para dar a conocer a otros este tesoro, y sobre todo es, como nos dice Ella, hacer de su Corazón Inmaculado nuestro refugio y el camino que nos conduce a Dios.