Se encarnó y nos amó con corazón de hombre

Icono de la Virgen y el Niño

Redacción | En diciembre de 2016 tuvo lugar en el Centro de Espiritualidad un retiro internacional de la Comunidad de Emmanuel al que asistieron personas de todos los estados de vida. Recogemos aquí algunos de sus testimonios.


Estuvimos en Valladolid, en el Centro de Espiritualidad, para vivir un retiro de nuestra Comunidad de Emmanuel. Desconocíamos los acontecimientos y el mensaje vinculado a este Santuario, pero conocemos bien Paray-le-Monial así como la espiritualidad del Sagrado Corazón de Jesús.
Al llegar, nos sorprendió mucho ver que estábamos en el lugar donde el Sagrado Corazón de Jesús se había aparecido en España.

El descubrimiento del Beato Bernardo de Hoyos y de las revelaciones del Sagrado Corazón fue para nosotros como rejuvenecer. Poder vivir un retiro en el lugar de las apariciones, poder rezar en la capilla de las apariciones, profundizar en el mensaje de Jesús a su servidor Bernardo, todo ello nos ha permitido redescubrir en profundidad la llamada que hemos recibido de dar a conocer el Corazón de Jesús, que tanto nos amó.

Hemos entendido, sobre todo, que el mensaje del Corazón de Jesús está estrechamente vinculado al misterio de la Encarnación. Efectivamente, al hacerse hombre, Dios tomó un cuerpo de hombre con un corazón de hombre. El amor del Hijo de Dios encarnado no es un amor lejano, es el amor de un corazón que nos amó tanto, que se entregó por nosotros y fue traspasado. La misericordia no es un mero concepto. Tiene su sede en el Corazón de Jesús, que arde de amor por todos los hombres.

Al volver a Roma, donde vivimos, hemos leído el libro «Tesoro escondido»
y lo que transmite el mensaje del Corazón de Jesús al beato Bernardo. ¡Qué maravilla! Entendemos hasta que punto fue importante para el resplandor del Corazón de Jesús en España. Pensamos que todavía hoy día puede serlo, pero para el mundo entero, que tiene tanta sed de sentirse amado.

Jean Luc y Anne


Para mi siempre es una enorme GRACIA del SEÑOR el tiempo compartido con los hermanos de la Fraternidad de Jesús, para alabar y adorar a nuestro amado Jesús. Cada retiro es siempre especial y, en esta ocasión, en Valladolid también lo fue. Me gustó todo y es difícil resumir, pues quedarán con certeza cosas importantes sin decir.

Ya conocía el Centro de Espiritualidad. Se respira y se siente que es un lugar de gracia. En esta ocasión conocí mejor su espiritualidad. Se respira la presencia del Corazón de Jesús. También la calurosa acogida de todos los responsables del retiro, así como la de los trabajadores del Centro, me hizo sentir como en casa, en la casa del Señor.

Desde la primera vez que fui a Paray, al retiro de la Fraternidad de Jesús, siento que el señor me abrió un poco la Puerta del Cielo para que vea cómo es el paraíso. Todos hermanos, todos felices, alegres, atentos, parece que nos conocemos desde hace mucho tiempo (aunque acabemos de hacerlo) y, aún hablando diferentes lenguas, todos estamos unidos. Sólo el Señor puede hacer esto.

También en mi vida el Señor ha hecho maravillas en este retiro: venía cansada, con mi vida de oración en un momento de aridez (poco tiempo para estar con Él, y sin mucha fuerza de voluntad). A lo largo de estos días el Señor fue fiel, misericordioso, muy explícito a través de sus Palabras y por fin, en la oración de intercesión de los hermanos, el Señor confirmó mi camino con Él. Me pidió dar algo más por mi parte. Me enseñó que «Él viene al encuentro de nuestra debilidad e intercede por nosotros».

Alabado sea el Señor, que está siempre con nosotros. Él es Emmanuel.

Elsa França, Portugal


Recuerdo especialmente esta invitación que se nos hizo, si no recuerdo mal, el segundo día del retiro, de aprovechar el tiempo de las comidas para hablar de Dios y de la obra de Dios (y de nada más). Es verdad que el entorno lo favorecía bastante, pues por una parte todos estaban muy comprometidos en su vida cristiana y acostumbrados a dar testimonio. Estaban, por tanto, capacitados para hablar no sólo de la obra del Espíritu Santo en sus vidas, sino también para verla tanto en las cosas grandes como en las pequeñas. Por otra parte, el hecho de que muchos no se conociesen o llevasen mucho tiempo sin verse, favorecía el relato de las «maravillas del Señor». De esta forma, las comidas eran realmente un momento de alabanza, y terminábamos dando gracias tanto a aquellos hermanos como al Señor.

Stéphane Duteurtre, presbítero del Seminario de París.

Estoy muy agradecida por estos días que pasamos juntos en el Centro de Espiritualidad de Valladolid. Fue realmente un tiempo de descanso en el Corazón de Jesús, a través de los tiempos de silencio y adoración, así como de los de convivencia fraterna y de oración los unos por los otros. Regresé a Portugal con más paz.

En este lugar tan especial, está ahora más claro para mí que el Corazón de Jesús latió desde la Encarnación. Es necesario que yo sea cada vez más pequeña y humilde para poder recibirlo y ofrecerlo al mundo.

Corazón de Jesús, ¡en Ti confiamos!

Ana Lúcia Reis, Portugal


Para mí la experiencia vivida en Valladolid ha sido muy grande.

No sé si sabré explicar lo que he vivido. Sentí cómo el Señor me decía que lo primero era dejarme querer por Él, y luego compartir ese amor con los demás. Hubo una conexión muy fuerte y muy íntima entre su Corazón y el mío.

Que eso es lo más importante, y que si hago su voluntad no me puedo equivocar. Desde que volví de Valladolid sigo escuchando como Él me guía y me ayuda. Tengo la sensación de haber descubierto algo completamente nuevo. Una fuerza enorme y una alegría que lo supera todo.

El Señor me está haciendo desde entonces regalos muy bonitos, y me está ayudando a entender muchas cosas que antes no entendía. Es una llamada a cambiar, a dejarme transformar y, a abandonarme en su amor.

Un abrazo fraterno,

Louise

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