La mirada de San José
Fr.
, OCD | Contemplar es mirar en fe, fijar la mirada en Jesús, mirar a Jesús y dejar que Jesús te mire. No sólo mirarle a Jesús, sino también dejarte mirar por Jesús. No basta con una parte, han de ir las dos unidas para que la contemplación sea lo que tiene que ser y es en sí misma. Es bien sencillo, no cuesta nada, sólo hay que ponerse ante Jesús y mirarle. Ahí empieza la vida de oración que llega a contemplación para vivir en un estado de unión con Dios que mantiene la calma porque pase lo que pase Jesús está a tu lado; tú lo ves y Él te ve. Ahí empieza la historia de amor entre Dios y el alma, cuanto tú le miras y Él te mira. Eso es contemplar.Cuando miras a Cristo en la oración dejas de mirarte a ti mismo y cambia del todo el modo de vida. El centro es Jesús y tú eres aquel que busca con la mirada el centro, el norte de tu vida, el lugar donde brota el amor que te da la vida. Te descentras para centrarte y tener la estabilidad que te asienta para cuando no sabes dónde está el camino a seguir, levantar la mirada y buscar esa luz que es la mirada de Cristo que espera que la pongas en Él. Eso es contemplar.
Al mirar a Cristo se limpia el corazón porque ves como Jesús quiere que mires, con una mirada interior que abre a la verdad plena y a la compasión y cercanía de todos los que aparecen en el camino. No se mira de cualquier manera, sino con una mirada que brota de un corazón enamorado y sólo busca lo que quiere su Amado, que no es otra cosa que seas libre desde la verdad y con los que te necesitan porque todavía no saben mirar como tú. Eso es contemplar.
Y no sólo es mirar a Cristo, sino que es mirar, admirar y contemplar los misterios de Jesús, recorrer su vida en oración para llegar a conocer mejor al que nos da todo con su mirada. Cuanto más le miras más le amas y cuanto más le amas más y mejor le sigues. Esto es lo que hace San José y te puede ayudar en este año dedicado a él. Recostarte como San José con Jesús y mirarle a Jesús, contemplar a Jesús y dejar que pase el tiempo en ese silencio de amor. Es lo que detalla con maestría sin par el P. Jerónimo Gracián de la Madre de Dios, fiel compañero y seguidor de Santa Teresa de Jesús, en su biografía de San José, la Josefina. Describe paso a paso lo que es contemplar al estilo de San José. Aquí va una pequeña muestra:
“Y no sólo José dormiría en el pecho de Jesús, pero innumerables veces Jesús se adormecería sobre el pecho de José, puesta su divina boca enfrente de aquel corazón, robándole, abrazándole, desmenuzándole y haciendo en él heridas de amor, y José le guardaría el sueño contemplando los misterios de Cristo encerrados, afervorándose más en amor; y con la grandeza de tan alta oración llegaría al sueño del Tardemach, que es el éxtasis o rapto” (Jerónimo Gracián, Josefina, Libro II, capítulo III).