La esperanza humana

Contemplando el atardecer

Luis Mª Mendizábal, exdirector nacional del APOR | En este artículo voy a hablar de esperanza y oración, a partir de una definición o de una aclaración del concepto de esperanza. Para comprenderlo mejor, conviene aquilatar su sentido. Existe un sentido humano de fe: lo que llamamos creer en el hombre, en la ciencia o en la técnica. Cada hombre suele tener lo que él llama su fe, pero en sentido humano. Correlativamente a esa fe humana, existe también un sentido humano de esperanza.

En esta esperanza humana, conociendo las virtualidades que están encerradas en el hombre individual y en la humanidad socialmente considerada, espera uno su desarrollo, mediante la libre aplicación de las facultades del hombre, de la capacidad de un pueblo y de la capacidad de la humanidad. Todo eso es humano y es lo que llamamos esperanza humana.

Esa esperanza lleva consigo un doble aspecto. Primero, no contentarse con lo ya adquirido. No pensar que todo está ya hecho. Segundo, creer en una posibilidad ulterior hacia la cual tiende uno con toda ilusión. Es la forma de esperanza humana, de esperanza en la humanidad, en el hombre. Esta es la esperanza de lo que el hombre puede llegar a ser, de lo que la humanidad puede alcanzar.

Comenzamos el año con una inmensa esperanza en el desarrollo. Esta esperanza es muy diversa dentro de otro tipo que podríamos llamar de esperanza, que es la que uno tiene, por ejemplo, de que una semilla crezca, convirtiéndose en tallo y en espiga. Si bien es distinto, hay algo de análogo. También aquí existe una esperanza, pero está guiada por unas determinaciones ambientales de tipo casi mecánico y, según las circunstancias favorables, indefectiblemente llegan hasta su desarrollo.

Tenemos pues, en este último caso, una esperanza de un desarrollo determinado por algo que ya existe de antemano, como la semilla que se hará fruto. Al igual que el caso del trigo, el desarrollo del hombre tiene también ese elemento que tiende a más, pero con la diferencia de que va a través de su libertad. Aquí juega un papel muy importante la libre aportación de su voluntad, que quiera poner en juego las virtualidades que existen en sí mismo o en el pueblo.

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