Una cuestión de actitud
, coordinador de redacción | El curso está cerca de terminar, aunque todavía faltan fechas importantes como el día del Sagrado Corazón de Jesús, que se celebrará el próximo 16 de junio. Esta es una buena época para hacer balance de esos propósitos que cada uno se formulara al inicio del curso y comprobar si se han cumplido o alguno se ha quedado en el tintero.
A la hora de plantear propósitos no está de más hacerle un hueco a nuestra vida espiritual, pues no es buena idea andar con el piloto automático. Eso propicia que la fe vaya languideciendo, ya que todos nos encontrarnos con momentos de desorientación, al igual que los peregrinos de Emaús. Estos caminaban tan ensimismados con sus quejas que no se daban cuenta de que Jesús los acompañaba.
Muchas veces ponemos excusas para justificar que no hemos cumplido con los objetivos que nos marcamos y a veces no nos falta razón, porque siempre hay obstáculos, algunos especialmente complicados. No obstante, no por ello debemos quedarnos anclados en la queja, en ese «nosotros esperábamos» de los caminantes del relato de Lucas.
Escucho con frecuencia a personas que dicen estar alejadas de la Iglesia por cosas que no les gustan. Sin embargo, en el ámbito de la fe o en cualquier otro, no puedes esperar a que todo sea perfecto para actuar o a que los demás cambien. El principal cambio debe estar en uno mismo. Para comprender que Jesús camina a nuestro lado, incluso en los días muy nublados, hay que abrir los sentidos más allá de la razón. Si no es así, no sería posible ver un milagro ni aunque lo tuviéramos delante.
Aquellos dos peregrinos iban apesadumbrados hacia Emaús, pero en una tarde sus vidas se transformaron al percatarse del milagro. Lucas dice en su Evangelio que ardía su corazón. Por eso, necesitaban contar a los demás lo que les había pasado y dejaron Emaús para regresar a Jerusalén, recorriendo de nuevo las aproximadamente dos leguas que separaban ambos lugares, que equivalen a más de nueve kilómetros. Aunque era de noche y estarían cansados por esa larga ida y vuelta, ya no había excusas. Su determinación era más fuerte.
Al hacer un repaso de este curso y recordar esos propósitos frustrados, cabe preguntarse si se han afrontado con la suficiente actitud. La clave no solo está en la ruta elegida, sino en la manera en que la recorremos. Siempre hay dificultades. También en la fe, porque todos los caminos pasan por Emaús. Pero de cada uno depende permanecer en la queja o abrirse al misterio.