La Iglesia no es sólo números

Adoración

Francisco Castro, Diácono permanente | Hace unas semanas la Conferencia Episcopal española, presentó públicamente la “Memoria anual de actividades de la Iglesia católica en España” perteneciente al año 2021. En ella se muestran detalladamente los números que avalan la función tanto evangelizadora como social de la Iglesia católica en nuestro país.

En su introducción declara el compromiso de la Iglesia Católica española con sus fieles y con toda la sociedad, dando a conocer con todos estos datos su forma de organización, su estructura, su financiación y las actividades que desarrolla en el marco de sus fines propios, que no son otros que la evangelización, el anuncio de la fe y el ejercicio de la caridad.

Vivimos en una sociedad donde cualquier tema que se relacione con la Iglesia levanta cuanto menos críticas y no precisamente constructivas. De ahí que es digno de elogio la transparencia con la que cada año la Iglesia Católica española da debida cuenta del uso y destino final al que dedica los fondos recaudados. Unos fondos que recuerdo son designados de forma voluntaria por parte de los fieles y de los contribuyentes.

El destino de estos fondos no va dirigido sólo a los creyentes que forman parte de la Iglesia, sino que abarca a todas aquellas personas precisen de su ayuda, ya sea tanto de índole económico, como espiritual, porque si hay un rasgo que caracteriza a la Iglesia es su catolicidad y sobre todo el no discriminar a la persona, sea de la creencia que sea, pues todos somos hijos de Dios y hermanos en Cristo.

En esta memoria se confirma que más de ocho millones de personas acuden regularmente a misa; que se celebraron 9.545.952 eucaristías, que el 67,20% de la población española se considera católica. Actualmente existen en España 22.947 parroquias de las cuales 11.457 son rurales, es decir que la mitad de estas parroquias se encuentran fuera de las grandes urbes, con la dificultad que esto conlleva, pues de todos es conocido el problema de dispersión de los habitantes en la llamada España vaciada. Y son precisamente los sacerdotes y diáconos los que prestan un gran servicio litúrgico y de acompañamiento espiritual, siendo precisamente ellos un elemento de cohesión en este mundo rural, como he comentado cada vez más despoblado. Actualmente en España hay 16.126 sacerdotes, que dedicaron más de veintiocho millones de horas en atender sus labores parroquiales. Precisamente de todos los datos que aporta el informe, éste de las horas dedicadas a atender las necesidades parroquiales es el que más me ha impresionado, porque en un mundo en el que todo son prisas, en el que no disponemos de tiempo, son los sacerdotes los que con su entrega son capaces de escuchar, de acompañar, de reconfortar el espíritu de las personas que se acercan a la Iglesia dando de forma totalmente altruista todo su tiempo a los que se lo soliciten.

Pero no sólo de obispos, sacerdotes y diáconos se sirve la Iglesia para llevar la Palabra de Dios a la sociedad, existen 35.507 religiosos y religiosas, 87.923 catequistas, 539 diáconos permanentes, 36.911 profesores de religión. 8.326 monjas y monjes de clausura (estos suponen un tercio de todos los monjes y monjas de clausura del mundo), 10.382 misioneros y 542 familias en misión. Todos ellos y ellas contribuyen de una forma excepcional en la actividad evangelizadora que consiste en llevar el anuncio del Reino de Dios al mundo actual.

Otras de las actividades llevadas a cabo por la Iglesia son la actividad formativa-educativa, la caritativa-asistencial y la sacramental. En España tenemos 2.412 centros católicos concertados, 317 colegios diocesanos, 62.950 aulas, 3.151.194 alumnos inscritos en la asignatura de religión, 430 centros de educación especial, 11.003 alumnos en centros de educación especial, 134.370 trabajadores, 108.698 docentes, 17 universidades con 131.422 alumnos. Todas estas mareantes pero ciertas cifras, ahorran al estado español la nada despreciable cifra de 4.346 millones de euros al año. En cuanto a la actividad celebrativa, en el año 2021 se celebraron 149.711 bautizos, 182.760 comuniones. 103.584 confirmaciones, 25.762 matrimonios y se impusieron 27.045 unción de enfermos.

Otra de las actividades que no podemos olvidar son la actividad pastoral, la pastoral de la salud, la pastoral penitenciaria, la pastoral del mar, la actividad caritativa y asistencial con casas para los ancianos y enfermos crónicos y personas con discapacidad, hospitales, centros para mitigar la pobreza, centros de menores y para la tutela de la infancia, centros para la defensa de la vida, centros para la promoción de la mujer y víctimas de la violencia, centros de rehabilitación para drogodependientes, centros de atención a los inmigrantes. Sin olvidar a Cáritas y a Manos Unidas.

Es posible que todas estas cifras no parezcan más que un dato estadístico de la acción que la Iglesia realiza, pero lo que realmente debe importar es que en cada acción, en cada intervención, en cada hecho realizado en la sociedad, existe una persona detrás que ya sea consagrado o sea voluntario, es capaz darse a los demás, de buscar en el rostro de hermano el propio rostro de Cristo. Es como si entregaran a los demás aquello que han recibido gratis, porque como dijo el Papa Francisco en el mensaje del Domund del año 2021: “Todo lo que hemos recibido, todo lo que el Señor nos ha ido concediendo, nos los ha regalado para que lo regalemos gratuitamente a los demás”. Y ¿acaso existe algo más maravilloso que entregar nuestro amor a quien lo necesita? Por eso la Iglesia y todos aquellos que la componemos no somos simples números estadísticos.

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