Un corazón abierto
, Presbítero | En muchas ocasiones hemos cantado: “qué suerte es tener un corazón sin puertas…” y tal vez no hemos caído en la profundidad de estas palabras. Pues sí, el Corazón del Señor es un corazón sin puertas, un corazón abierto. Es la expresión de la misericordia de Dios.
Bien sabemos que si al llegar a un lugar nos encontramos con una puerta, para poder entrar hay que llamar. Sin embargo, si no hay puerta nos sentimos con mayor libertad para entrar o salir. El Corazón de Cristo no tiene puertas, nos facilita el poder entrar y salir, al igual que nos invita a “permanecer en él”. Su Corazón es nuestro lugar para aprender a amar, para aprender a perdonar, para aprender a ser misericordioso. Ser misericordiosos es una tarea que en muchas ocasiones no es fácil, nos quedamos bastante en los parámetros humanos, y hemos de fijarnos bien en la misericordia que brota del Corazón traspasado del Señor. Nos dice Benedicto XVI: “Dios es amor todopoderoso, amor hasta el extremo, amor crucificado: es en la Cruz donde puede contemplarse esta verdad”.
Dios se hace presente en todas las circunstancias y en todo momento. Quiere que tengamos vida eterna. También pide que le entreguemos todo sin reserva. Una tarea que tenemos en nuestra vida es darle todo a Cristo, ¡ojalá pasemos nuestra vida sin negarle nada!
Al mirar la Cruz el Señor nos invita a situarnos en el lugar de Juan el discípulo amado. Juan está con la Virgen y María Magdalena. Desde ahí se contempla el Corazón abierto del Señor. San Rafael Arnáiz, monje trapense, le decía en la oración al Señor: “déjame vivir a los pies de tu Cruz”.
A través de la contemplación del Corazón abierto del Señor nos unimos a la pasión de la Iglesia y del mundo. En la Cruz de Cristo contemplamos la gloria de Dios. Contemplamos un amor hasta dar la vida sin reservas. Contemplamos que Dios es amor y se ha dado a conocer por medio de su Hijo Jesucristo. Es un misterio que nos sobrepasa. La mente humana no puede llegar a comprender este misterio sino es desde la fe.
Del costado abierto mana el alimento de vida eterna, la Eucaristía; mana una fuente que corre hasta la vida eterna. Es señal del amor de Dios hasta la eternidad. El costado abierto del Señor nos dice que el amor del Señor no acaba nunca.
¡Qué suerte es tener a un Dios que en su Corazón no tiene puertas!