Nueva Evangelización y actitudes del evangelizador. La Escucha (I)

Madre con su hija

Inmaculada Molina Ager, Dpto. de Juventud de la Conferencia Episcopal Española

«Escucha Israel» (cf. Dt 6, 4) es el origen de la oración judía de la Shemá, la primera palabra de la plegaria que reza cada día el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento. La escucha es una acción imprescindible para conocer qué alegrías, sufrimiento, anhelos e inquietudes laten con más fuerza en el corazón del hombre.

Dios se ha comunicado a los hombres “con palabras y con obras” (Concilio Vaticano II, Dei Verbum, 14). Así los acontecimientos de la Historia de la Salvación son como las primeras “palabras” de Dios, que luego son explicadas por los profetas y sobre todo por Jesús, que es la misma Palabra hecha carne.

También Jesús durante sus primeros años escucha y aprende de María y José. Luego escucha con paciencia a los discípulos para enseñarles, a los enfermos, desvalidos, pobres y pecadores, para ayudarles. Escucha en silencio a Pilatos y a los que le maltratan durante su Pasión. Y ante todo, escucha a su Padre del Cielo en el diálogo de la oración. Jesús, que es la Palabra eterna del Padre, le escucha para unirse a Él por el Amor y sólo así poder manifestar ese infinito Amor al mundo. Jesús vive en permanentemente escucha para hacerse Voz del Padre para el bien de la humanidad.

Con los discípulos de Emaús, Jesús no se quedó de brazos cruzados ante el desaliento de aquellas personas; no se desentendió de sus necesidades, ni mucho menos le echó atrás la posibilidad de que no le escucharan. La fuerza de su Resurrección podía con la decepción y, desde el respeto a su libertad, fue capaz de fortalecerlos para que se convirtieran en testigos hasta los confines de la tierra.

Cielo

La escucha activa es la primera actitud que un evangelizador debe trabajar. La escucha activa se refiere a la habilidad de escuchar no sólo lo que la persona está expresando verbalmente, sino también los sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen a lo que se está diciendo. Para llegar a entender a alguien se precisa cierta empatía, es decir, saber ponerse en el lugar de la otra persona. Escuchar activamente las palabras y las emociones de los demás es tratar de meternos en su piel y tratar de comprender sus motivos. Es escuchar sus sentimientos y hacerle saber que «nos hacemos cargo», intentar entender lo que siente esa persona. No se trata de mostrar alegría, si siquiera de ser simpáticos. No significa, tampoco, aceptar ni necesariamente estar de acuerdo con la posición del otro.

Estamos, nos exhorta el Papa Francisco, “ante un desafío que requiere profundidad, atención a la vida y sensibilidad espiritual; pues dialogar significa estar convencidos de que el otro tiene algo bueno que decir, acoger su punto de vista, sus propuestas. Al mismo tiempo dialogar no significa renunciar a las propias ideas y tradiciones, sino a la pretensión de que sean únicas y absolutas”.

Una ESCUCHA ACTIVA, para llegar a serlo, debe contar con algunos elementos que la faciliten:

– Disposición interior: es necesario prepararse interiormente para escuchar: observar, que no escrutar, identificar el contenido de lo que dice, sus objetivos y sus sentimientos.
– Expresar al otro que le acoges y escuchas con elementos de comunicación verbal y no verbal (contacto visual, gestos, inclinación del cuerpo, etc.).

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