Métodos preparatorios para la oración
, exdirector nacional del APOR | Los métodos preparatorios para la oración, que son legítimos y necesarios, se suelen referir más a las actividades psicológicas. Son métodos que buscan, bajo la acción de la Gracia, concentrar la atención en una Verdad. Tratan, asimismo, de ocupar la inteligencia a través de un cierto método de discurso, aplicado, según ciertas normas, a la memoria y la inteligencia. Es como un tanteo mediante los actos psicológicos, que debe mantener una disposición interior, una apertura teológica en Cristo hacia el Padre.
La preparación metódica está destinada a encontrar la serenidad exterior, la disposición corporal exterior y las mejores condiciones de atención. Todo esto hecho siguiendo una línea para entrar en la oración. A veces, es una preparación más de la persona que de los puntos de meditación, aunque, en todo caso, sirviéndonos de todos estos elementos que, como vemos, van disponiendo la actividad psicológica que se va a realizar dentro de la oración. Con estos métodos entramos en el cuerpo de la oración. No obstante, deben tener siempre la característica de ser instrumentales, dispositivos y han de estar unidos a una oración continua en su aplicación, sabiendo que el fruto en sí no son los métodos, sino ayudarnos a una correcta disposición.
En los métodos hay que tener clara la gratuidad de los dones de Dios, que no significa que esos dones sean incondicionados. Ésta es la gran diferencia y, a veces, el gran error. Los dones de Dios son gratuitos, pero no suelen ser incondicionales. Por ejemplo, el perdón de Dios es gratuito, sin embargo, no es incondicional. Dios no lo concede a quien no reconoce su pecado. Claro está que el reconocimiento del pecado no lleva consigo como fruto del mismo reconocimiento el perdón.
El perdón es don gratuito de Dios, pero es una disposición previa. Y, por lo tanto, hay que procurarla diligentemente, humildemente, unida a una actitud de docilidad en el mismo aplicar el método. Quien aplica el método no debe hacerlo como el que está seguro de obtener lo que pretende, como si con eso tuviera ya el fruto seguro y, por otra parte, debe estar siempre dispuesto a la acción de la Gracia del Señor.