Summi regis cor, aveto

La visión del beato Hermann Joseph
La visión del beato Hermann Joseph (Anton van Dyck)

Pablo Cervera Barranco

He aquí el himno al Corazón de Jesús «Summi regis cor, aveto, te saluto corde laeto» («Oh Corazón del Rey Soberano, te saludo con un corazón alegre» de san Hermann Joseph (1150-1242). El autor fue canónigo Premonstratense Regular de la Abadía de Steinfeld en Westfalia (Alemania). Ordenado sacerdote premostratense, ejerció su ministerio en los monasterios de las religiosas cartujas y premostratenses de la región. Se distinguió por su modestia, candor, sumisión y experiencias místicas. De él se dijo: «Piensa tanto en Dios que el mundo le es indiferente; pero su corazón es como un hospital general, abierto a todos».

Sentía una especial devoción por María, y sobre su trato con ella, se narran muchos relatos milagrosos. Fue favorecido por gracias místicas y frecuentes apariciones de la Virgen María que le hicieron tomar el nombre de José.

No soportaba que lo alabaran. Tras su formación asumió cargos humildes en la comunidad: refitolero, sacristán, campanero. Al más leve indicio de un posible halago, se volvía áspero y rehuía el trato. Este desprecio de sí mismo hacía que las personas del mundo le consideraran un necio. A los creyentes, sin embargo, les parecía un ángel, con aspecto de persona humana.

Su piedad, notable por el tierno afecto que proyecta, presagiaba la devotio moderna.

Murió con 91 años después de haber ocupado todos los cargos dentro de su convento. Estaba con las monjas cistercienses en Hoven para la Semana Santa y la Pascua cuando se enfermó y murió. Su caridad la dedicó sobre todo a sus hermanos en religión. Ha dejado algunos escritos místicos y fue particularmente devoto de santa Úrsula.

Su vita (Acta Sanctorum Abril 1:682-723) fue escrita varios meses después de su muerte por su prior y amigo. Sus reliquias están en Steinfeld.

Sus reliquias reposan en la iglesia de Steinfeld. Pío XII confirmó su culto el 11de agosto de 1958 (Acta Apostolicae Sedis 51 [1959] 830) en una acción equivalente a la canonización.

 
Este himno, el más antiguo conocido referido al Corazón de Jesús, no sólo junta la imagen del Corazón herido de Jesús y su Corazón en el sentido bíblico profundo, herido por sufrimientos de amor, sino pasa también a menudo del Corazón de Jesús a nuestros corazones (PL 184,1322–1324).

Traducido del original latino por Pablo Cervera Barranco

Summi regis cor, aveto,
te saluto corde laeto,
te complecti me delectat,
et hoc meum cor affectat,
ut ad te loquar, animes.
quo amore vincebaris,
quo dolore torquebaris,
cum te totum exhaurires,
ut te nobis impartires,
et nos a morte tolleres?

O mors illa quam amara,
quam immitis, quam avara;
quae per cellam introivit,
in qua mundi vita vivit,
te mordens, cor dulcissimum!
propter mortem quam tulisti
quando pro me defecisti,
cordis mei cor dilectum,
in te meum fer affectum,
hoc est quod opto plurimum.

O cor dulce praedilectum,
munda cor meum illectum,
et in vanis induratum;
pium fac et timoratum,
repulso tetro frigore.
per medullam cordis mei,
peccatoris atque rei,
tuus amor transferatur,
quo cor totum rapiatur
languens amoris vulnere.

Dilatare, aperire,
tanquam rosa fragrans mire,
cordi meo te conjunge,
unge illud et compunge;
qui amat te, quid patitur?
quidnam agat nescit vere,
nec se valet cohibere,
nullum modum dat amori,
multa morte vellet mori,
amore quisquis vincitur.

Viva cordis voce clamo,
dulce cor; te namque amo:
ad cor meum inclinare,
ut se possit applicare,
devoto tibi pectore.
tuo vivat in amore
ne dormitet in torpore,
ad te oret, ad te ploret
te adoret, te honoret,
te fruens omni tempore.

Rosa cordis, aperire,
cujus odor fragrat mire,
te dignare dilatare,
fac cor meum anhelare
flamma desiderii.
da cor cordi sociari,
tecum, Jesu, vulnerari.
nam cor cordi similatur,
si cor meum perforatur
sagittis improperii.

Infer tuum intra sinum
cor ut tibi sit vicinum,
in dolore gaudioso
cum deformi specioso,
quod vix se ipsum capiat.
hic repauset, hic moretur,
ecce jam post te movetur,
te ardenter vult sitire.
Jesu, noli contraire,
ut bene de te sentiat.

Salve, Corazón del Rey Soberano
te saludo con un corazón gozoso,
Me gusta abrazarte
y ese es el deseo de mi corazón.
Déjame decirte…
A causa de la muerte que has sufrido
cuando por mí ha desfallecido tu corazón,
oh corazón amado,
Lleva sobre mí todo el amor:
Allí está mi deseo más vivo.

Qué amarga es esta muerte
qué cruel y qué codicioso,
que entró en esta cámara
en la que vive la vida del mundo
que te atacó, dulcisimo corazón.
Debido a la muerte que tomaste sobre ti mismo
cuando moriste por mí,
corazón amado de mi corazón,
vuelve hacia ti mi afecto
esto es lo que más deseo.

Oh amado corazón dulce
purifica mi corazón seducible
endurecido en la vanidad
hazlo piado y temeroso de Dios
aroja el frío vergonzoso
de lo más interno de mi corazón
de un pecador y de culpa
que tu corazón se transfiera
para que mediante el corazón
sea totalmente conmovido
herido por la herida del amor.

Dilátate, ábrete
como admirable rosa olorosa
únete con mi corazón
úngelo y aguijonéalo
quien te ama, ¿qué sufrirá?
No sabe realmente
nada de lo que debe hacer
ni puede echarse atrás
da el amor sin medida
Y está preparado para morir mil muertes
una por cada vez que vence con semejante amor.

Te grito con viva voz de corazón,
dulce corazón, te amo,
inclínate hacia mi corazón
para que pueda unirse contigo
devotamente en tu pecho.
Quieras vivir en el amor
y no duerma en indolencia
A ti rece, a ti implore
te adore, te honre
Y goce de ti en todo tiempo

Rosa del corazón, ábrete,
cuyo perfume es admirable,
dígnate ensancharte
haz que mi corazón anhele
la llama del deseo
haz que mi corazón se una con tu corazón
Contigo, Jesús herido,
y que el corazón se parezca al corazón,
y mi corazón sea traspasado
por las flechas de los improperios.

Lleva mi corazón a tu pecho
Para que esté cerca de ti.
En el dolor gozoso
y en la belleza deforme
que apenas puede agarrarse a sí mismo
descansar allí y recuperarse.
He aquí, ya se mueve hacia ti,
después de que hayas deseado fervientemente
Jesús, no quieres rechazarlo,
de modo que pueda sentirse seguro contigo.

Anterior

Marcelino de la Paz S.J., apóstol contemporáneo del Corazón de Jesús en Valladolid

Siguiente

La cultura del descarte