lesu auctor clementiae
En esta nueva sección daremos conocer piezas orantes de la Historia de la Devoción al Corazón de Jesús: himnos, oraciones, breves meditaciones…
La riqueza a este respecto es inmensa. Buceemos en el tesoro de la Tradición también para encontrar ricos motivos para nuestra oración.
lesu auctor clementiae
totius Spes laetitiae,
dulcoris Fons et gratiae,
verse cordis deliciae:
lesu, Spes paenitentibus,
quam pius es petentibus,
quam bonus te quaerentibus;
sed quid invenientibus?
Tua, lesu, dilectio,
grata mentis refectio,
replet sine fastidio,
dans famem desiderio.
O Iesu dilectissime,
Spes suspirantis animae,
Te quaerunt pie lacrimae,
te clamor mentis íntimaa.
Mane nobiscum, Domine,
mane novum cum lumine,
pulsa noctís calígine
mundum replens dulcedine.
Iesu, summa Benignitas,
mira cordis Iucunditas,
incomprehensa Bonitas,
tua nos stringit Caritas.
Iesu, Flos Matris virginis,
Amor nostrae dulcedinis,
laus tibí sine terminis,
regnum beatitudinis.
Amen.
en quien confiamos para nuestro gozo completo,
Fuente de dulzura y de gracia,
Fuente de la dicha auténtica del corazón:
Oh Jesús, esperanza de los penitentes,
¡qué benigno resultas para los que te invocan!,
¡qué amable para los que rebuscan!,
pero ¡qué serás para los que te encuentran!
Oh Jesús, tu Amor es suave bálsamo
para nuestra alma, que,
sin saciar, la llena,
mientras ella, con el deseo, te anhela.
Oh amadísimo Jesús,
Esperanza del alma que por ti suspira,
que te busca con lágrimas sinceras,
que hasta ti, desde lo íntimo, clama.
Quédate, Señor, con nosotros,
quédate con un nuevo resplandor,
para que, disipando las tinieblas de la noche,
llenes al mundo de tu encanto.
Tú, Jesús, todo misericordia,
alegría inefable de nuestro corazón,
bondad sin límites que nos estrechas
con lazos de tu amor.
Oh Jesús, Flor de una Madre Virgen,
nuestro amor más entrañable, para ti,
la alabanza y el reino de la gloria,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Algunos atribuyen este himno a san Bernardo († 1153). El gran medievalista E. Gilson escribió que hay que poner «un manuscrito en lugar de corazón» para no reconocer en este poema maravilloso una obra maestra inspirada en los Sermones de san Bernardo. El himno refleja el espíritu del Doctor Melífluo aunque el autor es desconocido.
El himno está formado por las cincuenta estrofas del famoso Iubilus de nomine lesu. La elección de las estrofas compone un himno orgánico, dirigido a Cristo, que expresa la intimidad de amor entre el alma y su Redentor. Otras estrofas de esta obra han sido empleadas para la solemnidad de Cristo Rey y la Transfiguración.
Jesús se presenta al himnógrafo complaciente, amable e intensamente anhelado. No se trata de una repetición de ideas equivalentes como podría parecer a primera vista. Se trata de una serie de expresiones, llenas de afecto hacia el Mediador, que se suceden in crescendo, sin que consigan saciar el corazón de quien vive la experiencia de Dios en la oración.