La cultura del descarte

, Diácono Permanente | El pasado mes de septiembre el Papa Francisco concedió una entrevista al periodista de la cadena COPE, Carlos Herrera, en la que trataron diferentes asuntos generales de gran actualidad: los viajes del Papa, los abusos, la ecología y como no, de futbol. Pero también se habló de España, de su posible viaje a Santiago de Compostela y se le preguntó por Cataluña (cuestión esta última que desató una inusual atención de los periodistas españoles, como si no se hubieran tratado otros temas, con tanta o más relevancia que los temas políticos españoles).
Pero el tema que más me llamó la atención y sobre el haré una breve reflexión, es sobre lo que el Papa ha calificado como la “cultura del descarte”.
A continuación, reproduzco la entrevista que como he indicado hizo el Sr. Herrera, concretamente en lo referente a esa “cultura del descarte”, sobre la cual daré mi humilde aportación personal:
Pregunta Carlos Herrera: «Santidad, en España se ha legalizado la eutanasia, en función de lo que llaman el ‘derecho a una muerte digna’. Pero eso es un silogismo falaz porque la Iglesia no defiende el sufrimiento hasta el final. ¿Hasta dónde el hombre tiene poder real sobre su vida? ¿Qué cree el Papa?»
Respuesta del Papa: «Situémonos. Estamos viviendo una cultura del descarte. Lo que no sirve se descarta. Los viejos son material descartable: molestan. No todos, pero vamos, en el inconsciente colectivo de la cultura del descarte, los viejos… los enfermos más terminales, también; los chicos no queridos, también, y se los manda al remitente antes de que nazcan… O sea, hay una cultura…»
«Después miremos a las periferias, pensemos en las grandes periferias asiáticas, por ejemplo, para irnos más lejos y no pensar que uno está hablando de cosas de acá. El descarte de pueblos enteros. Piense en los rohingyas, descartados, gitaneando por el mundo. Pobrecillos. O sea se descartan. No sirven, no van, no sirven.»
«Esa cultura del descarte no ha signado. Y signa a los jóvenes y a los viejos. Influye mucho sobre uno de los dramas de la cultura actual europea. En Italia la edad media es de 47 años. En España creo que es mayor. O sea, la pirámide se ha invertido. Es el invierno demográfico en el nacimiento, en el que haya más casos de aborto. La cultura demográfica está en pérdida porque se mira el provecho. Se mira al de adelante… ¡y a veces usando la compasión!: ‘Que no sufra en el caso de…’ La Iglesia lo que pide es ayudar a morir con dignidad. Eso siempre lo ha hecho.»
«Y respecto al caso del aborto, a mí no me gusta entrar en discusiones que si hasta aquí se puede, por eso digo esto: cualquier manual de embriología de los que dan a un estudiante de Medicina en la facultad dice que a la tercera semana de concepción, a veces antes de que la madre se dé cuenta (de que está embarazada), ya están perfilados todos los órganos en el embrión, incluso el ADN. Es una vida. Una vida humana. Algunos dicen: ‘No es persona’. ¡Es una vida humana! Entonces, delante de una vida humana yo me hago dos preguntas: ¿Es lícito eliminar una vida humana para resolver un problema? Segunda pregunta: ¿Es justo alquilar un sicario para resolver el problema? Y con estas dos preguntas que se resuelvan los casos de eliminación de la gente –por un lado y por el otro– porque son un peso para la sociedad.»
«Yo quisiera recordar algo que en casa nos contaban. Que una familia muy buena con varios hijos y el abuelo vivía con ellos, pero el abuelo se va poniendo viejo y en la mesa comenzaba a babearse. Entonces, el papa no podía invitar a gente porque le daba vergüenza de su padre. Se le ocurrió poner una mesa muy linda en la cocina y explicó a la familia que desde el día siguiente el abuelo iba a comer en la cocina y así podrían invitar a gente. Y así fue. A la semana llega a casa y encuentra a su hijito de 8 años, 9 años, uno de los hijos, jugando con maderas, clavos, martillos y le dice: ¿Qué estás haciendo? ‘Estoy haciendo una mesita, papá…’ ¿Para qué? ‘Para vos, para cuando seas viejo’. O sea, lo que se siembra con el descarte, se va a recibir después.»
Es curioso que prácticamente ningún medio de comunicación se haya hecho eco de la importancia de estas declaraciones. Efectivamente, como indica el Papa vivimos una época en que lo que todo lo que no produce estorba, en que, lo que nos viene mal para nuestra egoísta vida estorba. Los ancianos, las personas enfermas, la vida humana que aún no ha nacido estorba. Hay que descartarlo, porque molesta. ¡Qué sociedad tan egoísta estamos creando!. No hace tanto tiempo a las personas mayores se las cuidaba en casa, devolviéndoles todo el amor y cariño que durante tantos años habían derrochado hacía sus hijos. Hoy los llevamos a las residencias de mayores, un eufemismo para no llamarlos asilos. Son aparcados en esos centros geriátricos donde para lavar nuestras conciencias les decimos a nuestros mayores que “es donde mejor van a estar, donde mejor van a ser cuidados, que lo hacemos por su bien”, mientras seguimos con nuestras ajetreadas vidas, cumpliendo como hijos con una visita cada uno o dos domingos a nuestros mayores. Y cuando al final de sus días la enfermedad va acabando son su vida, reclamamos una muerte rápida, de nuevo con la excusa de que es por su bien.
Y qué decir de los abortos. España es uno de los países con mayor número de abortos de Europa, pero eso no parece preocupar a la sociedad. Tener un hijo ahora se ha convertido en un verdadero acto de heroísmo. Creo que deberíamos reflexionar si el mundo que hemos creado entre todos, es el que realmente deseamos que hereden nuestros hijos, por no decir nuestros nietos. Debemos tener cuidado, no vaya a ser que un día de estos entremos en casa y veamos a alguno de nuestros hijos preparando una mesa de madera para cuando seamos viejitos. O acaso en el peor de los casos nos apliquen la ley de eutanasia, eso sí, lo harán por nuestro bien.