Oración para alcanzar amor

Velas

Fr. Rafael Pascual Elías, OCD | Nuestro cuerpo necesita que el corazón siga latiendo para repartir la sangre por todo el cuerpo y nos mantengamos con vida. Con la oración del cristiano sucede lo mismo. La existencia del cristiano se fundamenta en la oración que brota de nuestro más profundo centro y llena todo nuestro ser de la presencia de Dios.

La oración es la fuente de vida que nos une y nos hace ver la realidad desde Aquel que nos ha creado y nos ha redimido en el altar de la cruz. Es acercarnos cada día a ese Dios humanado que abre su Corazón de par en par en lo alto del Calvario para que su sangre limpie nuestros pecados y descubramos que sólo aquel que se une a este Divino Corazón en su Pasión, Muerte y Resurrección, como recordamos en estos días, entra en una experiencia de la que ya nunca querrá salir.

Los místicos de todos los tiempos han centrado su oración en la Pasión de Nuestro Señor y han llegado a una intimidad tal que no puede pasar una semana sin contemplar con intensidad y durante largos períodos de tiempo los diversos pasos de Cristo desde la oración en el huerto de los olivos hasta su entrada en el sepulcro esperando la gloria de la Resurrección. Prueba de ello son los Libros de oración de fr. Luis de Granada y San Pedro de Alcántara que tanto recomienda Santa Teresa así como los Ejercicios espirituales de San Ignacio.

Que esta Cuaresma y Semana Santa tengamos momentos dedicados a instruirnos por la destreza de estos grandes maestros y hagamos oración de verdad, es decir, entrando con nuestro corazón en el corazón de Jesucristo y dejarnos amar a la par que pedimos perdón de tantas faltas de caridad al descubrir que el amor de Dios nunca falla, nunca se acaba, nunca se acabará.

Sólo así, con oración frecuente, intensa y prolongada ante Dios encarnado seremos capaces de descubrir el mayor de los regalos para el orante, alcanzar ese amor por medio de la contemplación, como nos describe el Santo de Loyola en la cuarta semana de sus Ejercicios: “el amor consiste en comunicación de las dos partes, es a saber, en dar y comunicar el amante al amado lo que tiene o de lo que tiene o puede y así, por el contrario, el amado al amante” (Ejercicios Espirituales 231).

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