Darnos del todo al Todo
| Después de celebrar la misa de Santa Teresa en el colegio de las teresianas de Calahorra escribo estas líneas que son pura vivencia real de lo que he querido comunicar a los chicos. En la ambientación se nos animaba a darnos, a dar nuestra vida y todo lo que somos y tenemos a los demás y a Dios.
No podemos ir a la oración dejando de lado nuestros sentimientos. Somos personas de naturaleza humana. En nuestro interior brota la necesidad de exteriorizar lo que sentimos al hacer oración. Para rezar es necesario llevar todo nuestro ser para que así demos a la plegaria todo el poder que seamos capaces. Es lo que veía en los rostros y gestos de los niños.
Santa Teresa quiere transmitirnos esta actitud para que vivamos una oración más intensa y provechosa. Todo nuestro cuerpo, nuestro ser, nuestra existencia, tiene que darse, entregarse, ponerse a disposición de Dios. No pueden quedar partes aisladas u olvidadas, sino que la persona humana, con todos sus sentimientos, al completo, ha de ser la que se lanza al abismo de amor infinito que es el mismo Dios.
Es uno de los fundamentos para vivir en plenitud la oración, cuando nos desasimos de todo para abrazarnos y entregarnos sólo a Él. Entonces comienza una historia de amor preciosa que cada alma vive cuando es capaz de encarnar, no sólo leer y meditar, las siguientes palabras de la Madre Teresa de Jesús: “en esto está el todo, si va con perfección. Aquí digo está el todo, porque abrazándonos con solo el Criador y no se nos dando nada por todo lo criado. ¿Pensáis que es poco bien procurar este bien de darnos todas al Todo sin hacernos partes? Y pues en él están todos los bienes alabémosle mucho” (Camino de Perfección 8,1).
Y perdonad que vuelva a traer a la memoria a los grandes maestros Mendizábal, Eulogio Pacho y Tomás Álvarez, pero es que al leer este texto y conocer a fondo sus vidas me doy cuenta que es lo que quisieron transmitirnos a todos, no sólo con su doctrina magisterial, sino sobre todo con su vivencia espiritual, su vida de oración, que es lo más importante y la llave que abre las puertas del cielo. No se puede orar sino ponemos todo nuestro ser y nos dejamos del todo para darnos al Todo. Es lo que nos enseñan los grandes maestros de oración como San Ignacio de Loyola, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús.