Un Sábado Santo anticipado

, Presbítero | Comenzamos a vivir el tiempo de Cuaresma como habitualmente lo hacemos. Celebramos el miércoles de ceniza, los primeros domingos… y de repente, un virus, el covid-19, hace que nos detengamos.
Pero es cierto, que la Cuaresma es un camino hacia la Pascua, un camino que no podemos parar, y hay que seguir incluso con las dificultades que el momento presenta, y así llegar a contemplar la Pasión, la Muerte y la Resurrección del Señor.
Más que nunca hemos podido experimentar el “desierto cuaresmal”. Y el desierto es tiempo de gracia, pero también es tiempo de conversión. Jesús también vivió la experiencia del desierto, en la que sufrió las tentaciones y sobre todo en las que se afianzó más en su Padre.
Tal vez, para cada uno de nosotros, este tiempo está también suponiendo una experiencia de desierto. Nuestras Iglesias cerradas, no hay facilidad para recibir la Comunión sacramental, se han suspendido las procesiones de Semana Santa y las prácticas externas del piedad… hemos recuperado la práctica de la Comunión Espiritual, la oración personal más intensa…
Es como si este año se hubiese anticipado el Sábado Santo, día en el que el Señor permanece en el sepulcro, no celebramos la Eucaristía… nos falta algo, o mejor nos falta el Todo.
En este momento y en esta situación, más que nunca hemos de decir: “En Ti confío”. Nuestra confianza en el Corazón de Cristo no puede disminuir. En el está nuestra vida, nuestra historia, en Él nuestra esperanza.
Algo bueno tenemos que sacar de todo esto. Y sobre todo hemos de sacar más amor y confianza en el Señor. Su Corazón traspasado sigue abierto y sigue haciendo que su amor brote a borbotones.
Sagrado Corazón de Jesús: en Ti confío.