Presentación (nueva sección)

, Presbítero | Una de las realidades eclesiales que más frutos espirituales ha dado al Cristianismo ha sido la Vida Monástica. Aunque el fenómeno monástico no es exclusivo de la vida cristiana, lo cierto, es que en el Cristianismo adoptó una serie de peculiaridades que la hicieron ser uno de los elementos más influyentes de la fe. Siempre hubo, entre los seguidores de Cristo, aquellos que quisieron seguir al Señor viviendo en virginidad perpetua; imitando, de este modo, a Jesucristo y a la Virgen María. Los ascetas y las vírgenes formaron un cuerpo eclesial de gran importancia en los primeros siglos del Cristianismo. Eran aquellos que tenían a Cristo como el único tesoro de su Corazón. Aquellos que quisieron renunciar a toda posesión en esta tierra, viviendo como Cristo, pobre y humilde. Aquellos que quisieron vivir en obediencia. Todo ello rodeado de una gran ascesis y penitencia, que los hicieron dignos de la admiración del resto de los hermanos de las primeras comunidades cristianas. Con el paso de los años, algunos decidieron abandonar las ciudades y adentrarse en lo profundo del desierto, y escribieron una de las páginas más bellas de la entrega a Dios. Lo cierto es que forjaron una verdadera y novedosa espiritualidad, cuyo centro era Cristo. Desde la soledad más inmensa pasaron a un estilo de vida comunitaria, en la que recrearon el ideal de vida de la primitiva comunidad cristiana. Miles y miles de hombres y mujeres les siguieron en este estilo de vida y, de este modo, el monacato se convirtió en uno de los elementos más importantes de la vida de la Iglesia.
La presente sección de Espiritualidad Monástica, que ahora presenta la revista Agua Viva, pretende ser un asomarse a la gran corriente de espiritualidad que entretejió el monacato a lo largo de la Historia de la Iglesia, haciéndose presente en todos los ámbitos de la realidad social y eclesial. Pocas realidades han influido en el devenir de los siglos como lo hizo el monacato, incluso en la estructuración de la vida espiritual de laicos y de clérigos. El monacato ha legado a la Iglesia una cantidad ingente de santos, de hombres y mujeres de espíritu, textos espirituales de inmensa riqueza espiritual, lugares y ámbitos de espiritualidad: como monasterios, eremitorios, santuarios, etc… En la presente sección iremos presentando las dimensiones más importantes de la espiritualidad monástica, cómo han vivido y viven en sus vidas el misterio de la fe cristiana. Expondremos cómo el monacato ha influido e influye en los hombres de su tiempo, y cómo lograron hacer una gran obra de evangelización. Los monjes fueron capaces de hacer una gran síntesis entre teología y espiritualidad, ofreciendo, de este modo, un pensamiento cristiano vivo y lleno de experiencia de fe que dimensionó, explicó y dio sentido durante siglos al misterio cristiano.
Los monjes lejos de desentenderse del mundo supieron, desde el claustro, influir en el mundo que los rodeaba, incluso llevaron adelante grandes oleadas de evangelización, lo cual fue posible gracias a una profunda espiritualidad, que los hizo encarnarse en el momento que les correspondía vivir. Y lejos de pensar que el monacato es y ha sido una realidad unidimensional, lo cierto, es que su plasmación histórica ha sido multidimensional y poliédrica, adoptando diversas formas y maneras a lo largo de los siglos, por ello su riqueza espiritual es inmensa. Iremos describiendo las formas y maneras más importantes de la vivencia espiritual del monacato.
El monacato actual es la expresión y el legado espiritual que ha llegado hasta nosotros después de largos siglos de experimentar la fe cristiana en los muros del claustro, son los hijos de la gran tradición monástica, y expresan con su vida las grandes dimensiones de esta espiritualidad. La espiritualidad monástica no quedaría reducida a una realidad sólo para los monjes, sino que las grandes líneas de su vida espiritual serían también aplicables a todos los cristianos, ya que ellos son los custodios de grandes tesoros espirituales. Incluso en la actualidad, importantes monasterios en la geografía eclesial siguen siendo foco de cultura, de espiritualidad y de fe. La visita a estos lugares nos conducirá a un verdadero encuentro espiritual con Cristo, donde hallaremos paz, amor, misericordia, acogida, fe, luz espiritual, esperanza, etc… Pero el tesoro que custodian, de modo especial, es a Cristo, vivo y resucitado. Así, de este modo, iremos presentando las claves espirituales que nos puedan ayudar a ir creciendo en la vida espiritual y en el conocimiento interno de Cristo, pero siempre desde la perspectiva de la experiencia monástica.
Agradezco, de modo especial, tanto al Centro de Espiritualidad del Corazón de Cristo como a los responsables de la revista Agua Viva, la posibilidad que me ofrecen de presentar la espiritualidad del monacato cristiano en esta nueva sección de dicha revista.