Nueva Evangelización y actitudes del evangelizador. La Escucha (II)

Escuchar

Inmaculada Molina Ager, Dpto. de Juventud de la Conferencia Episcopal Española

Asimismo, existen otros elementos probados que dificultan la ESCUCHA ACTIVA:

• La distracción. La curva de la atención se inicia en un punto muy alto, disminuye a medida que el mensaje continúa y vuelve a ascender hacia el final del mensaje. Para tratar de combatir esta tendencia, es bueno hacer un esfuerzo especial hacia la mitad del mensaje con objeto de que nuestra atención no decaiga.
• No interrumpir al que habla.
• No juzgar. Evitar formarse prejuicios.
• No ofrecer ayuda o soluciones prematuras.
• No rechazar o menospreciar lo que el otro esté sintiendo. Por ejemplo: «no te preocupes, eso no es nada».
• No contar «tu historia» cuando el otro lo que necesita es hablar, ser escuchado y acogido.
• No contra-argumentar. Por ejemplo, uno dice: «me siento mal» y el otro responde: «y yo también».
• Evitar el «síndrome del experto», esto es, uno ya tiene las respuestas al problema de la otra persona, antes incluso de que uno haya contado la mitad de lo que le sucede.

Pero el esfuerzo por lograr una escucha activa sería vano si no se pone en el centro de la comunicación el Amor de Dios. Si tenemos dos orejas, es para poner una en el latido del corazón del hombre y la otra en el latido del Corazón de Jesús. La comunicación, en definitiva, es la constante dinámica de donación de nosotros mismos, permaneciendo dispuestos a acoger lo que los otros nos ofrecen, con el objetivo de mostrar el rostro de Cristo.

Siguiendo el ejemplo de Jesús y unido a Él, el evangelizador debe escuchar diariamente a Dios en la oración. Para poder evangelizar por cualquier vía es imprescindible la oración, “cargarnos de Dios” tan a menudo como cargamos la batería de nuestro móvil. Sólo así es posible escuchar, aislar los ruidos que interfieren, y finalmente, discernir la voluntad de Dios y sus caminos para uno mismo y para quienes nos han sido confiados. En definitiva, el evangelizador que ESCUCHA se hace disponible al encuentro, toma conciencia de su pobreza de corazón, permanece abierto a la otra persona y siempre muestra un profundo respeto por su camino.

Niño con su abuelo

Ser promotores de la cultura del encuentro. El Santo Padre Francisco nos ha exhortado recientemente a hacernos «prójimos». Él nos indica “que el buen samaritano no sólo se acerca, sino que se hace cargo del hombre medio muerto que encuentra al borde del camino. Por lo tanto, comunicar significa tomar conciencia de que somos hermanos, hijos de Dios y que tenemos que construir una Iglesia que sea casa de todos”. Estamos llamados a ser testigos coherentes de la fe que profesamos, teniendo en cuenta que nuestra vocación misionera no tiene que ser vivida como un expansionismo beligerante, sino como una voluntad de donarse a los demás, permaneciendo disponibles y pacientes para atender las necesidades, preguntas y dudas de tantas personas que buscan con verdadera sed la Verdad y el sentido de su vida.

A veces se dan demasiadas respuestas cuando la gente aún no se ha hecho las preguntas. Y es importante poder plantear preguntas interesantes que puedan despertar la conciencia y la fe de las personas. El mensaje no llega a transformar y tocar el corazón por “bombardeo”, sino poniendo en práctica una escucha acogedora, teniendo la clara conciencia y convicción de que el otro tiene algo valioso que decir: “Sed humildes y considerad a los demás superiores a vosotros mismos” (Filipenses 2,3).

La nueva evangelización, en este sentido, no resulta tanto una tarea que hay que hacer, como en una actitud interior del corazón que hay que convertir, cuyo núcleo es el Kerygma, que es el anuncio de que Dios, por encima de todo, me ama y que Cristo ha Resucitado y ha dado la vida por mí. Con esta Verdad aceptada y grabada a fuego en nuestro corazón, dejemos que María, Madre de la Palabra y Virgen de la escucha, nos ayude a no dejar nunca de mirar a nuestros hermanos con la mirada de Amor de Dios y escucharlos con el mismo latido del Corazón de Cristo.

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