En manos de María
¡Hola! Lectores de
quiero contaros la preciosa experiencia que este verano hemos tenido mi novio y yo en Fátima.Pronto nos vamos a casar y tiempo atrás, orando y poniéndonos en las manos del Señor, decidimos consagrarnos como matrimonio y, sabiendo que no es un camino fácil, consagrarlo a la Virgen de Fátima para que Ella sea siempre nuestra madre y nuestra ayuda.
Decidimos hacerlo como peregrinos, sabiendo de quien nos fiábamos y en quien teníamos que confiar. La verdad es que desde el primer momento fue sorprendente todo lo que nos ayudo la Madre para poder llegar hasta allí. Para quien no crea todo lo que vivimos esos días pensará que son puras casualidades fruto del azar, pero desde la fe, ves que alguien te sostiene y te ayuda.
Cuando se viaja como peregrino, te acercas a lo más profundo de ti, a lo más profundo de la oración, fue un viaje que sirvió para unirnos más.
Recuerdo que al llegar a Fátima era alrededor del mediodía y hacía mucho calor, como no lo conocíamos, empezamos a buscar un lugar donde hospedarnos y fuimos llamando a diferentes lugares, pero ó no se acogía a peregrinos ó el coste económico era grande. Recuerdo que el cansancio ya hacía mella en nosotros, cuando alguien nos indicó en un mapa, un convento de la Orden de los Santos Ángeles.
Al llegar estaba todo cerrado, después de llamar durante largo rato, apareció una hermana que al principio fue reacia a darnos hospedaje, al final después de muchas súplicas accedió a que nos quedáramos, al hablar con la superiora del convento resultó que era Argentina y no tuvimos ningún problema en entendernos, nos dijo que nos quedáramos el tiempo que quisiéramos y como éramos peregrinos simplemente diéramos la voluntad. En ese convento tienen una capilla donde tienen expuesto el Santísimo en Adoración Perpetua, y en seguida fuimos a darle las gracias, pero lo que más nos sorprendió a los dos es que a la entrada del convento tienen una imagen con la Virgen del Perpetuo Socorro, mi madre se llamaba Socorro, y había fallecido hacía poco tiempo, me dio un vuelco el corazón de la alegría de verla allí a la Madre, a mi Madre. Las hermanas nos explicaron que estaban bajo la protección de la Virgen del Perpetuo Socorro.
Después en Fátima, todo fue muy hermoso, el encuentro con María en la Capellina, la emoción de aquel instante, el rosario de las velas, el color del cielo, donde la luz parece más especial, brilla más y hace que aquel lugar tenga una luz distinta con un halo santo.
Allí hicimos nuestra consagración lo más importante, para ello escribimos una oración los dos:
ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN DE FÁTIMA
“María, madre querida, nos consagramos a tu corazón como matrimonio, guárdanos en lo más profundo de tu corazón, llévanos a ti Madre.
Siembra en nosotros la semilla de la Voluntad de Cristo, tu amadísimo hijo, siembra en nosotros la semilla del Amor de Dios, del maligno enemigo líbranos, llénanos de la esperanza de la Vida Eterna.
Haz que deseemos amarnos cada día, perdonarnos cada día, comprendernos cada día, y así al final de la vida los dos seremos una sola carne, una sola vida, una sola Iglesia. Pon en nuestro corazón tu ternura de madre y no nos abandones nunca.”
Recuerdo con especial cariño una pequeña gruta que tenían las monjas con una imagen de la Virgen de Fátima donde solíamos rezar el rosario juntos y cantar a la Virgen. Otro momento fue el camino hacia los Valinhos, haciendo el Vía Crucis, la especial emoción en los lugares donde se apareció la Virgen, y donde se les apareció el Ángel, era un entorno sagrado que aún conserva la fisonomía de aquel lugar primero. Allí nos sentamos, unas veces hablábamos, otras orábamos todo envuelto en un aire místico, y el final para más sorpresa tuvimos el regalo del encuentro y abrazo con D. Francisco Cerro, que peregrinaba allí también esos días.
Este camino ha reavivado nuestra fe, nos ha unido más en el paso tan importante que vamos a dar, y ha sido un salto en la fe, en el abandono total en la Providencia de Dios. Allí en Fátima María fue la mejor anfitriona.