La rebelión de las vocales

Palabras

Ana Isabel Carballo | Aquella mañana las vocales se habían reunido para decidir qué hacer. Hartas ya de que las consonantes siempre se apoyaran en ellas para ser pronunciadas, decidieron no aparecer más en ninguna palabra.

El caos que provocaron entre los humanos fue enorme. Los hombres querían hablar, pero no podían pronunciar ninguna letra si las vocales no aparecían. Ya nadie se decía lo que sentía, ni los recién casados, ni los abuelos a sus nietos ni los nietos a sus abuelos podían demostrarles cuánto los querían. Los padres no amonestaban a sus hijos y estos lograron hacer lo que ellos querían. Los robos fueron cada vez mayores, pues ningún juez podía dictar una sentencia. Las aulas habían quedado vacías pues nadie podía enseñar nada ya. Nadie podía comprar nada, pues no sabían lo que les estaban vendiendo. Ni siquiera un WhatsApp era ya efectivo.

El mundo quedó, de pronto, sumido en un gran silencio. Los hombres se volvieron cada vez más solitarios. El no poder comunicarse les hacía más ariscos y cada cual seguía su vida sin pensar en los demás, pues era inútil intentar decirles algo. ¡Tanto valor tiene la comunicación entre los hombres!

Al ver esta situación, Dios mandó llamar a las vocales. Cuando ellas llegaron ante el Señor, tomó la palabra la vocal central, la A, y dijo así:

– Querido Dios, sabemos que hemos llevado a los hombres a la desesperación, pero no soportábamos por un momento más que las consonantes nos tuvieran sometidas y luego ellas llevaran todo el mérito. Yo misma, que siempre he sido la vocal central y más abierta, he pasado a ser un apoyo más.

– Y dices bien –contestó Dios-, tú siempre has querido llevar la voz cantante en todo, pero ¿qué dicen tus compañeras?

– Sabes, Señor, que la E y yo –agregó la O- siempre fuimos muy abiertas y siempre nos ha encantado entablar una amistad con las consonantes y así formar un montón de palabras con las que los hombres se expresaran, pero la A tiene razón ¡nunca nos han tomado en serio! Además abusan de nosotras, ellas son diecinueve fonemas y nosotras solo somos cinco vocales para hacerles compañía. Y aunque somos vocales fuertes, no podemos con todo.

– A nosotras, Señor, la I y la U –dijo la vocecilla fina de la I mientras se erguía para hablar- nos has creado débiles y suaves y es mucho el trabajo que tenemos que soportar.

– ¿Pero os dais cuenta de lo que realmente habéis provocado? –dijo Dios. Al faltar vosotros, la palabra AMOR ha desaparecido, los hombres ya no saben lo que es y de ahí que ya no quieran expresar lo que sienten. ¿Y qué me decís de la palabra ESPERANZA? ¿Acaso creéis que sin ella el hombre puede vivir mucho más? Yo os he creado y a cada una le di un papel especial y la fuerza suficiente para llevarlo a cabo. La I y la U, sois débiles, sí, pero a vuestro lado las consonantes se dulcifican con vuestro canto suave. Vosotras, E y O, os he hecho lo suficientemente fuertes para sostener todo el imperio de las palabras con las que el hombre puede dominar el mundo que le he dejado encargado. Y a ti, A, te he puesto como central, como guía de todos los demás, vocales y consonantes, te he dado el don de organizar, de mandar, sí, pero para buscar el bien de toda la comunidad, no para que te creyeras superior. Os he creado juntas para que trabajaseis juntas, os he dado un valor distinto a cada una que solo puede llegar a relucir si ese valor lo compartís con los demás. El hombre necesita comunicarse para mostrar su alegría, su decepción, su dolor, su amor, hablar con los demás para sentir su compañía y también para hablar con Dios en su oración. Ningún gesto puede llegar a cubrir todo eso, aunque estos sean de gran ayuda e, incluso a veces, únicos. Por eso no podéis abandonar al hombre. ¿Qué no sois importantes? Dejad que MR vuelva a ser AMOR y que la SPRNZ vuelva a anidar como ESPERANZA en el corazón del hombre y veréis vuestro gran valor para el mundo. Y recordad que no he dado a nadie ningún valor que no necesite compartirlo con alguien.

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