En comunión con la Santa Madre de Dios (XVI)
Mons.
, Obispo de San Sebastián | A mismo tiempo también se le llama Morada de Dios entre los hombres. Ella es la Morada de Dios entre nosotros, en consonancia con la anterior expresión Arca de la Alianza. La Virgen María nos ayuda a entender el misterio de la inhabitación al que estamos llamados. Dios inhabita en el corazón de los que estamos en gracia. ¡A veces se nos olvida esa segunda parte: de los que viven en gracia! Cuidado porque con nuestro pecado espantamos la presencia de Dios. La presencia de Dios, su inhabitación, no puede tener lugar cuando estamos en pecado porque tiene que ser una presencia y una inhabitación en la libertad. Dios no se impone, Dios llama a la puerta; y cuando estamos en pecado le estamos diciendo ‘no te abro’, ‘no hay sitio para ti en la posada, vete a otro lugar’. No es que Dios no quiera entrar, es que nosotros no le abrimos la puerta para que entre. Entonces, la Virgen María, en este ‘llena de gracia’, nos está recordando que estamos llamados a vivir la inhabitación, a que Dios habite dentro de nosotros. Por lo tanto, la clave de nuestra vida es vivir en gracia.Cada vez que decimos en el Ave María ‘llena eres de gracia’, le estamos pidiendo implícitamente ‘ayúdame a vivir en gracia para que Dios inhabite dentro de mi y que yo no le espante ni le mande a otro lugar, no hay sitio para ti en esta posada’. María es Morada de Dios entre nosotros y es todo un referente y un recordatorio a como estamos llamados a que Dios viva en nosotros.
Damos un paso más en este comentario ‘llena eres de gracia, el Señor está contigo’ explicando esta expresión de ‘el Señor está contigo’. En primer lugar, decir que es una fórmula que la encontramos con frecuencia en el Antiguo Testamento. Y para ver lo que significa cuando se le dice a María siempre es bueno ver pasajes del Antiguo Testamento que utilizan la misma fórmula. Por ejemplo, es una fórmula que se utiliza casi siempre cuando se le da un mandato a una persona difícil de cumplir, un mandato que supera la capacidad del hombre, una misión que supera las propias fuerzas. Por ejemplo, cuando Dios le dice a Moisés que deberá conducir a su pueblo fuera de Egipto. En Ex 3, 12 le dice: “ahora, pues ve, yo te envío al faraón para que saques a mi pueblo, los israelitas de Egipto. Dijo Moisés a Dios: ‘¿Quién soy yo para ir al faraón y sacar de Egipto a los israelitas? Respondió Yahve: yo estaré contigo, y esta será la señal de que yo te envío: cuando saques al pueblo de Egipto dareis culto a Dios’. El Señor está contigo, ‘Yo estaré contigo, Moisés, no tengas miedo’. Una expresión dicha a Moisés que luego el ángel se la dirá a María. Otro ejemplo, Josué 1, 9, donde Josué recibe la misión de atravesar el Jordán con los israelitas y le dice: “Sé, pues, valiente y muy firme, teniendo cuidado en cumplir toda la ley que te dio mi siervo Moisés. No te apartes de ella, ni a la derecha ni a la izquierda. ¿No te he mandado que seas valiente y firme? No tengas miedo ni te acobardes que Yahve, tu Dios, estará contigo”. Otra vez vemos la expresión: el Señor esta contigo.
Hay más textos: por ejemplo, cuando el ángel le anuncia a Gedeón que ha de liberar a su pueblo de la mano de los madianitas en Jueces 6, 12. El ángel le saluda con estas palabras: “Yavhe está contigo, valiente héroe”. También, como en este pasaje, el ángel le dice a María ‘el Señor está contigo’. Es como si la estuviese diciendo: “valiente, María, el Señor esta contigo”. Alguien podría preguntarse: ¿valiente por qué? ¿Qué batalla tenía María por delante? Lo de Moisés entendemos que tenía que sacar a los israelitas de Egipto o Josue tenía que atravesar el Mar Rojo, o Gedeón enfrentarse con los madianitas… ¿A qué se refiere exactamente cuando el ángel le dice a María ‘el Señor está contigo, sé valiente’? ¿A la maternidad? En parte sí, porque ser madre, es ser valiente. Un día recibí la visita de una madre, una mujer, y en un momento determinado le pregunté ‘¿Cuántos hijos tiene usted?’ Y me dijo que trece. Pensé ‘¡Madre mía!’ Y lo que se me ocurrió decirle espontáneamente fue ‘¡qué valiente!’. Porque es verdad que la maternidad supone una gran valentía. Posiblemente también en el caso de María que se trate de una maternidad que vive la virginidad en un Misterio de Dios pues va a ser virgen y madre al mismo tiempo y va a suponer una contradicción, ser incomprendida, y que también pueda ser motivo de sospecha… Esto lo vemos en como José decide repudiarla en secreto. Por eso el ángel le dice ‘el Señor está contigo, sé valiente’.
Pero principalmente, sin negar estos puntos anteriores, cuando el ángel le dice a María ‘el Señor está contigo’, donde parece que la está animando a que no tema, le está recordando que ella es la que va a llevar adelante esa batalla contra el dragón. Tal y como hace referencia el Apoc. 12 que habla de ‘esa mujer vestida de sol, embarazada, y a punto de dar a luz, que es perseguida por el dragón. El dragón se puso al acecho contra la mujer que va a dar a luz, dispuesto para devorar al hijo en cuanto naciera. La mujer dio a luz un hijo, varón, destinado a regir todas las naciones con cetro de hierro. La mujer huyó al desierto, a un lugar preparado por Dios…’ Esa mujer, que es valiente y no se arredra luchando contra Satanás, que pisa la cabeza de la serpiente, lo hace con la valentía propia de quien ha recibido de Dios este mensaje. Ella es María. ‘El Señor está contigo, no temas’.
Y no olvidemos que nuestros pecados suelen nacer de la cobardía. Muchos de nuestros pecados nacen de que tenemos miedo y de hacer pactos con la mediocridad, con el mundo, para que no me crucifiquen. Muchos pecados nacen de la cobardía. Hay que ser valiente para no pecar, para no hacer pactos con el mal. Acordémonos de esa frase que el Señor le dice a Jeremías ‘no les tengas miedo, que si no, yo te meteré miedo de ellos’. Esto es muy importante. Cuando el ángel le dice a María ‘el Señor está contigo’, implícitamente le está diciendo ‘no temas’, ‘yo te asistiré’ y ‘en todas las batallas estaré junto a ti’. El que teme sufrir, sufre de temor. Tememos sufrir y en el fondo sufrimos de temor. Nuestra cobardía es nuestra mayor esclavitud y nuestro mayor sufrimiento. Luego, detrás de esta oración del Ave María hay toda una enseñanza de confianza, a saber confiar en Dios y afrontar la batalla sin hacer cálculo de nuestras fuerzas humanas. ¿No me ha dicho Dios que camine firme? Y estoy yo temblando y pensando que no puedo, que no voy a poder yo sólo… ¿cómo que yo sólo? ¿No está el Señor conmigo caminando? Este es el sentido de esta oración del Ave María.