En comunión con la Santa Madre de Dios (XIX)

Virgen de Fátima

Mons. José Ignacio Munilla, Obispo de San Sebastián | La piedad mariana ha desplegado una gran imaginación a la hora de bendecir a María. En todas las culturas y en todos los pueblos. Desde Polonia a Japón y desde Sudán al mar Blanco, siempre se han prodigado en bendecir a María, por la inspiración del Espíritu Santo.

En la liturgia bizantina hay más de 197 títulos de bendición a María. En la lengua copta, que es mezcla del antiguo egipcio y del griego, se formó la espléndida liturgia alejandrina. Y en esa lengua copta se dice de María: «Salve, Paloma, que nos dio el Verbo de Dios». Se le llama la paloma a María. En Egipto, en el rito alejandrino, se dice: «Tú eres el incensario de oro que engendraste a la brasa viva. Bendito sea el que recibe desde este santuario al que perdonó el pecado y borró nuestros errores, que es la Palabra de Dios que se hizo hombre de ti».

En Egipto se bendice a María diciendo que es un incensario de oro que engendró a la brasa viva y nuestra vida tiene que dar gloria a Dios, quemándonos en el fuego del amor vivo que es Jesucristo, que está en ese incensario que es María. Y en Egipto se prodigan todavía más en piropos, refiriéndose a ella como: «Templo perpetuo, vestíbulo sacerdotal, columna elegida, árbol florido, lámpara del universo, jardín del Hijo celestial, extensión del cielo, Madre de justicia, doctrina de paz, Madre del sol glorioso, libro de la vida, puerta del paraíso, auxilio de los pecadores».

A lo largo de estos dos milenios, las distintas liturgias han encarnado la profecía: «Te llamarán bienaventurada todas las generaciones. Bendita tú entre todas las mujeres». Ha existido una profunda imaginación, inspirada por el Espíritu Santo, a la hora de describir a María con todos estos piropos. Me llama la atención especialmente ese piropo que dice que María es el «jardín del Hijo celestial». Es el jardín donde Dios se pasea a gusto, viendo las flores tan hermosas que lo adornan y viendo a María como la obra más hermosa salida de sus manos. Uno sale a pasear al jardín, que es el lugar donde encuentra descanso por la hermosura y la belleza que tiene.

La Virgen María, mientras estuvo entre nosotros, era también una «extensión del cielo». El cielo es la perfecta paz y armonía con la voluntad de Dios. Por eso María es una extensión del cielo. Estando aquí entre nosotros, Ella vivía en su corazón la perfecta armonía y la perfecta paz que estamos todos llamados a vivir en el cielo. Y también se le llama «libro de la vida», porque su hijo Jesucristo es quien ha inscrito los nombres en ese libro. María es descrita así, en la liturgia alejandrina, porque es la imagen de todos los salvados.

Otra expresión hermosa es «puerta del paraíso», inspirada por la función que Dios a dado a María de ser auxilio de los pecadores y abogada de gracia que tiene la misión de conducirnos a todos a la salvación plena.

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