Dos nuevos santos

Canonización en el Vaticano

Mercedes Luján Díaz, Coordinadora de Redacción de Agua Viva | Desde Agua Viva no queríamos dejar de rendir un sencillo pero sentido homenaje a nuestros queridos Papas recientemente canonizados. Todos pudimos disfrutar emocionados, unos en directo y otros a través de los medios de comunicación, de la multitudinaria celebración el pasado día 27 de abril en San Pedro del Vaticano, en la que se concentraron junto a los dos papas, un centenar de cardenales, más de mil obispos, centenares de jefes de estado y alrededor de un millón de fieles.

 
SAN JUAN XXIII

Angelo Giuseppe Roncalli (1881-1963) nació en Bérgamo, en el norte de Italia. De vocación temprana, fue admitido en el seminario a los once años. Se doctoró en Teología y después de servir en el ejército durante la I Guerra Mundial, en la pastoral sanitaria y como capellán militar, terminó siendo director espiritual del Seminario de Bérgamo. Fue nombrado arzobispo de Aerópolis (Bulgaria). Pio XII le nombró nuncio en Francia.

Fue elegido Papa el 28 de octubre de 1958, ante la sorpresa de todo el mundo. El nombre que tomó fue por el apóstol Juan por el que sentía una gran veneración. Su Magisterio social en las encíclicas Mater et Magistra y Pacem in terris fue profundamente apreciado. En ambas pastorales se insiste sobre los derechos y deberes derivados de la dignidad del hombre como criatura de Dios.

Se le reconoce durante su pontificado la modernización de la vida del Vaticano, y su mayor aportación fue la convocatoria del Concilio Vaticano II, que traería una verdadera renovación de la vida de la Iglesia.

Roncalli murió en junio de 1963. Un papa amable y dialogante que se acuñó el cariñoso reconocimiento popular del ‘papa bueno’. Fue beatificado por el mismo Juan Pablo II.

 
SAN JUAN PABLO II

Karol Wojtyla nació en el seno de una familia modesta destacando por ser un niño muy vivo. De joven trabajó en una mina de sosa mientras terminaba sus estudios secundarios y universitarios. Fue ordenado sacerdote entre las dificultades de la Segunda Guerra Mundial. Se dedicó a la docencia siendo profesor de teología. Ordenado obispo de Cracovia en 1964, participo en el Concilio Vaticano II. Fue nombrado cardenal en 1967 y elegido Papa en 1978.

Tuvo un papel importantísimo en el desmoronamiento de los regímenes comunistas de Europa del Este. Su Magisterio es extensísimo, escribió catorce encíclicas de temas muy diversos, desde la solidaridad Norte y Sur, los derechos del hombres, la lucha por la vida, planteamientos de la fe, de la razón…

Uno de los acontecimientos más recordados fue el atentado que sufrió el 13 de mayo de 1981 en la Plaza de San Pedro en Roma, cuando resultó gravemente herido tras ser tiroteado por el turco Mehmet Ali Agca. Y aunque consiguió recuperarse tuvo como consecuencia numerosos problemas de salud. Todos recordamos aquel encuentro en la cárcel donde le brindó su perdón.

Fue el papa de la familia y de los jóvenes, su gran pasión. Cinco veces vino a España donde nos dejó verdaderos regalos de pastor. Por mencionar, la última, aquella emocionante vigilia de oración en el Aeródromo de Cuatro Vientos donde ya un papa anciano llegó a conectar con más de dos millones de jóvenes en un diálogo único, dejando los sabios consejos de un abuelo a sus nietos. Frases como «se puede ser moderno y profundamente fiel a Jesucristo», «el evangelio no se impone, se propone», «vosotros sois la esperanza de la Iglesia y de la sociedad» o «vale la pena dedicarse a la causa de Jesucristo», se clavaron aquella noche en el corazón de cada joven que allí estaba.

Falleció el 2 de abril bajo la mirada y compañía de miles de personas en la Plaza de San Pedro. La noticia de su muerte fue acogida con gran emoción y un intenso y prolongado aplauso.

Vaticano

 
CANONIZACIÓN

En la hermosa homilía que el Papa Francisco nos regaló durante la celebración de canonización, destacó que San Juan XXIII y San Juan Pablo II fueron dos «sacerdotes, obispos y papas del siglo XX», que «conocieron las tragedias del siglo XX» pero «no se escandalizaron», «no se abrumaron» porque «fueron dos hombres valerosos, llenos de la fortaleza del Espíritu Santo, y que dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia».

Además, expresó que «tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado» y que «no se avergonzaron de la carne de Cristo, ni se escandalizaron de él, ni de su cruz», como han podido dar testimonio de ello sus vidas.

Finalizando, dijo «que estos dos nuevos santos pastores del Pueblo de Dios intercedan por la Iglesia, para que, durante estos dos años de camino sinodal, sea dócil al Espíritu Santo en el servicio pastoral a la familia. Que ambos nos enseñen a no escandalizarnos de las llagas de Cristo, a adentrarnos en el misterio de la misericordia divina que siempre espera, siempre perdona, porque siempre ama».

Con dos nuevos santos cuenta la Iglesia como intercesores y modelo, tal y como también afirmó el papa Francisco en la ceremonia de canonización: «No olvidemos que son los santos los que hacen crecer la Iglesia».

Emocionante celebración, preciosa homilía y vibrante proclamación, vivida en el Domingo de la Divina Misericordia. Día en que a través de esta liturgia el cielo se abrió para que el Señor en su infinita bondad y por intercesión de los nuevos santos, llenase este mundo de su amor y misericordia.

Gracias san Juan XXIII, gracias san Juan Pablo II. Rogad por nosotros.

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