Don de Inteligencia (II)

Biblia

Mons. José Ignacio Munilla, Obispo de San Sebastián

El Don de Inteligencia en la Sagrada Escritura

En el Antiguo Testamento no se habla explícitamente del don de entendimiento. Pero aunque no se diga o no se utilice ese nombre –don de entendimiento– sin embargo sí que hay pasajes que si que se ve que se está hablando de ello aun sin decir la palabra.

Por ejemplo, los sueños de José. El reconoce que es Dios quien le da la interpretación de los sueños. Recibe de Dios un don de entendimiento para interpretar esos sueños que humanamente hablando se recurría a los profetas para dar la interpretación de este sueño. Se busca descubrir qué quiere decir Dios con este signo, que quiere decir Dios con este oráculo y se pedía que hubiese alguien con entendimiento para explicar un signo profético. Moisés por ejemplo pedía a Dios las directrices para encaminar a los hebreos hacia la tierra prometida. Dice el Ex. 33,13: ‘Dame a conocer tus voces’. Por ejemplo el Sal. 119: ‘instrúyeme oh Yahve en el camino de tus mandatos dame entendimiento para que guarde tu ley y la cumpla de todo corazón, la explicación de tus palabras ilumina y da inteligencia a los rudos’. Aquí tenemos un ejemplo del Antiguo Testamento donde de una manera bastante clara se pide el entendimiento para que Dios ilumine la mente para conocer sus caminos.

En el Nuevo Testamento Jesús exhorta, frecuentemente, a utilizar la inteligencia  espiritual, a abrir los ojos, a mirar, a comprender… pues a veces hay pasajes  en el que él reprocha y dice: ‘también a vosotros os falta entendimiento’, le dice a sus apóstoles en Mc 7,18 o en Mc 8,17. Allí también después de aquel discurso de la multiplicación de los panes les dice ‘porque estáis hablando de que no tienen panes aun no comprendéis ni entendéis, es que tenéis la mente embotada’, ‘tienen ojos y no ven, tienen oído y no oyen’. Jesús insiste en que hay que entender no solo con los oídos físicos sino también con los oídos espirituales que tiene que haber una luz especial para abrir la mente.

También en el Nuevo Testamento el Señor nos promete el Espíritu Santo para iluminarnos, para que entendamos. En Jn 16, 7s. dice ‘os lo digo de verdad os conviene que yo me vaya porque si no me voy no vendrá a vosotros el Paráclito pero si me voy os lo enviare’ y entonces dice ‘cuando el venga el Espíritu de la verdad os guiara a la verdad completa pues no hablara por su cuenta sino que hablara de lo que oiga, Él me dará gloria porque recibirá de lo mío y os lo dará a vosotros’. Aquí hay una promesa: que el Espíritu Santo nos va a dar entendimiento, nos va a revelar, nos va a descubrir el sentido oculto de muchas cosas. Cristo mismo abrió la inteligencia a sus discípulos para que comprendiesen las Escrituras, ‘es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la ley de Moisés y en los profetas y en los salmos a cerca de mí’ y entonces les abrió sus inteligencias para que comprendiesen las Escrituras. Como sucede en aquel pasaje de los discípulos de Emaus: ‘Él les fue explicando y les abrió el entendimiento para entender las Escrituras’. Que misterio es este lo de abrir el entendimiento que puede permanecer cerrado…

Vela

Hay otro pasaje impresionante de Ef 3, 14-19 habla de una comprensión profunda que está más allá de nuestro raciocinio y que es capaz de percibir las cosas de Dios. Dice san Pablo ‘comprended la anchura, la longitud altura, la profundidad del conocimiento de Cristo’. Y continúa así ‘por eso yo doblo mi rodilla ante el Padre de donde procede toda familia de cielo y la tierra para que según los ricos tesoros de su gloria os conceda ser poderosamente fortalecido en el hombre interior por su Espíritu. Que habite Cristo por la fe en vuestro corazones arraigados y fundados en la caridad para que podáis comprender en unión con todos los santos cual es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad de poder comprender’.

Esto está muy relacionado sin duda alguna con lo que san Ignacio de Loyola insiste en sus ejercicios espirituales: en el conocimiento interno. Conocer en profundidad, estar internamente, no solamente en mi interior sino meterme yo en el interior de Dios, en el sentido de las cosas reveladas por Él. Esto es brevemente un acercamiento a los pasajes bíblicos en donde especialmente se hace referencia a la existencia del entendimiento.

Podríamos preguntarnos qué grado de necesidad tenemos de este don de entendimiento. Desde el punto de vista de la teología, acética y mística, siempre se ha dicho que existe una necesidad mística para llegar a la cumbre de la perfección cristiana. El don de entendimiento le da a la fe una seguridad inquebrantable. Sin el don de entendimiento la fe es débil porque el conocimiento humano trabaja de un modo complicado, discursivo, por composición y división, por análisis y síntesis no intuye directamente la verdad y así de esta manera no se puede captar muchas cosas que se escapan a la fe. Sin embargo el don de entendimiento lo ve todo de un fogonazo a la luz interna, lo ve directamente, por eso sí que tenemos un grado de necesidad grande.

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