Ya es tiempo de caminar

Jubileo de la Misericordia

Fr. Rafael Pascual Elías, OCD | Concluimos un año jubilar y comenzamos otro. Pero ello no quiere decir que nos olvidemos de todo lo vivido a lo largo del V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús. Todo lo contrario, es más, nos sirve de punto de apoyo para dar paso al año jubilar de la Misericordia. ¿Quién puede guiarnos mejor hacia la misericordia divina? La Madre Teresa de Jesús experimentó de lleno lo que supone abrir la puerta a Dios en su vida para llenarse de su amor, de su perdón, de su infinita misericordia.

Como hemos visto a lo largo del año teresiano, la doctora mística nos enseña de diversas formas el camino de la oración; es lo más importante. Encontrarnos con Cristo en la oración. Pues bien, ahora vamos a comenzar el año de la misericordia divina que se inaugura un día muy especial: el 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada. Sí, la misericordia de Dios se derrama en compañía de María que permanece siempre fiel desde la Anunciación hasta la Cruz. Ella es la intermediaria, la que cuida de nosotros y nos encamina hacia su Hijo.

Gracias a María Inmaculada Cristo se hace hombre y comienza a enseñarnos el camino del Padre, de la divina misericordia para que todos nos salvemos. No quiere que nadie se pierda. Y nuestra Madre sale al paso, nos abre la puerta para entremos en este gozoso año en que vamos a reconciliarnos para alcanzar el gran don del jubileo. El Padre nos espera con los brazos abiertos. Ya su Hijo los abrió hasta el extremo en la Cruz y María Virgen a sus pies abre su corazón para acogernos como verdadera Madre. Si además nos dejamos iluminar por el Espíritu Santo para reconocer nuestros fallos, debilidades y pecados este año que iniciamos, será un “nuevo pentecostés” donde todo se renueva, todo cambia, porque de la mano de María Inmaculada nos acercamos a Cristo, que a su vez nos muestra al Padre y así podemos introducirnos en las entrañas de la misericordia divina sabiendo que es lo más importante que hemos de llevar a cabo en nuestra vida. Este año jubilar es una invitación a ello, a que dejemos que Dios entre en nosotros para después gozar de la compañía del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Virgen Inmaculada durante toda la eternidad.

La invitación está hecha, pongámonos en camino, abramos nuestro corazón y nuestra mente y acerquémonos en este dichoso año a la DIVINA MISERICODIA, no vamos solos, nos acompaña la Santísima Trinidad y nos da el primer envite la Virgen Inmaculada. Ya es tiempo de caminar.

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