La Fonte
, Presbítero y Profesor de Historia del Arte
Paloma, que buscas nido,
Contra su Pecho te das
¿Y no ves que lo han herido?
Refugio bien guarnecido
En esa brecha hallarás
Paloma que buscas nido…
Sor Cristina de Arteaga
Monasterio de Santa Paula, Sevilla
En el contexto de la Pascua 2014 el riego primaveral de la gracia del Costado de Cristo nos invita a mirar la fuente: Corazón de Cristo, del que surge la crecida del amor, manantial que desborda, “mar de gracia que fluye, inunda y avanza por mar, cielo y lo redime”. Oración prolongada desde el santo viernes del Árbol de la Cruz.
Orar es sincronizar el corazón, con desbordante ritmo del amor de Cristo. Como si fuese la estación de crecida, se desborda, inunda y avanza redimiendo las orillas de quienes a su cauce se acercan. Río sagrado que regenera y vivifica. ¿Quieres disfrutar de su limo fértil que fecundará la aridez de tu vida? Necesitas de su salud y te acercas a sus aguas, bendices el tiempo, estación eterna de crecida, porque desde su Resurrección ha concluido el estiaje. Siempre es época de gracia, tiempo bueno, kairós fecundo. Los grandes ríos en sus crecidas enriquecen sus márgenes, así Cristo, eterna crecida de Amor, es capaz de hacer brotar la fuente eterna de la gracia a través de los siete cauces de la gracia.
DESDE LA PALABRA
“Un soldado le traspasó el costado con una lanza, e inmediatamente salió sangre y agua” Jn 19, 34. Jesús sigue entregándose en su Pasión. Jesús murió y vivió con intensidad y plenitud. En estas semanas en que se ha despertado el debate sobre el significado de los evangelios procedentes del gnosticismo, este pasaje de Juan reacciona frente a aquellos que no aceptan las consecuencias de la plena humanidad de Cristo. Jesús se entregó totalmente, sin reservas, se dio por entero.
Simbólicamente se ha situado la herida en el costado derecho, relacionándolo con Ez 47,1 (“el agua bajaba del lado derecho de la casa, al sur del altar”), por lo que algunos copistas medievales añadieron al texto de Juan el término diestro. Así se les trasmitió a los artistas que el pecho abierto tuviese la herida en el costado derecho. Un pecho abierto, más que herido o pinchado. San Agustín en el Comentario Evangélico a Juan, interpreta abrir en el sentido de que “se abría la puerta de la vida por la que brotaron los sacramentos de la Iglesia, son los cuales no se puede entrar en la verdadera vida”. Su corazón fue despertado, como se despierta un manantial freático y lo que siempre ha estado ahí es descubierto. Los Padres de la Iglesia interpretaron de modo diverso este hecho. Más allá de la interpretación fisiológica que clásicos y modernos han realizado, entendemos que el corazón desbordante de Cristo hace manar su profundidad de vida, el Espíritu. Y así más que una transfusión sanguínea, es un bautismo en el Espíritu, la plenitud de lo humano y lo divino comunicándose en y desde Cristo. Como afirma Rahner, en este hecho hallamos “la respuesta total de Dios a la cuestión total del hombre”.
DESDE NUESTRA TRADICIÓN
De esta inagotable fuente brotó el sacramento de Cristo, su Iglesia. Como del costado del primer Adán nació la primera humanidad, la humanidad cristificada nace en esta segunda creación del costado de Cristo.
Los Santos Padres interpretaron esta sangre y este agua como expresión de los sacramentos del Bautismo y la Eucaristía. El evangelio de Juan traslada la tensión de la muerte de Jesús a este momento, cuando se rompe y se abre todo: no sólo la tierra, el cielo o el velo del Templo, sino la nueva humanidad que resucita para la Vida. Contemplamos este misterio desde las formas y colores de El Greco. Este lienzo conservado en la actualidad en El Prado, formaba parte del retablo del colegio agustiniano de Nuestra Señora de la Encarnación, conocido como “Doña María de Aragón”, mentora del mismo. Según la documentación conservada, el conjunto fue realizado entre inicios de 1597 y el verano de 1600, fecha en que fue transportado a Madrid recibiendo 6000 ducados como pago. El estudio del conjunto se ha ido esclareciendo con diversas aportaciones incluso un Congreso en año 2000, son muchísimas las aportaciones que se han vertido sobre el conjunto. En particular, de esta obra, siempre ha cautivado su composición. En primer lugar hay que considerar su relación con el resto de los temas que integraban el retablo, desde ahí se comprende la gama de colores que utiliza, la composición y la perspectiva que ofrecía sobre el resto de los seis lienzos del retablo. Como en artículos anteriores, ofrezco otros ejemplos de este mismo tema, dentro de la evolución del artista, (Colección Zuloaga, Museo de Cleveland, Museo del Louvre, Martín Muñoz de las Posadas) por razones de brevedad, comentamos sólo el ejemplo que nos ocupa. En este caso, la obra posee un formato muy desarrollado en verticalidad, por lo que El Greco, eleva la Cruz y coloca tres ángeles que completan el espacio.
Se considera que sus referentes iconográficos, como en otros temas, son las cuatro xilografías de Durero y los grabados de Cornelis Cort, la crucifixión de Miguel Ángel, e incluso la espiritualidad emanada de los sermones de San Alonso de Orozco, predicador infatigable de este tema en el Colegio, y de quien se ha llegado a decir que el conjunto del retablo sería una especie de plasmación de los grandes temas espirituales de este Maestro.
El artista ha optado por pocos personajes en torno a la cruz, la comparación con los ejemplos de otros artistas coetáneos, nos hace ver que se ha decidido por la simplificación. La escena no forma parte de la secuencia narrada tal cual en el evangelio, se trata de una lectura espiritual del texto de Juan, ya comentado, sobrando los ángeles, y faltando María de Cleofás. Podríamos situar la escena como un prólogo del Descendimiento, un Pentecostés de agua y sangre, que brota de modo sugerente a modo de riego generalizado.
UNA IMAGEN PARA ORAR
Orar con el hombre de la Cruz, es dejarse sorprender por este río impetuoso de salvación. Sin tener miedo ni huir al recaudo, es necesario ponerse a los pies del Crucificado, dejar que te salpique su amor, que lava, riega y hace nacer. “Qué bien sé yo la fonte” exclamaba San Juan de la Cruz. La fonte escondida que es necesario buscar en la noche. Puedes ser zahorí que sientas cómo te atrae, que puedas anunciar a todos que merece la pena entrar en el interior y descubrirlo. No hay que hacer más esfuerzo que vencer la resistencia de la dureza del propio corazón. Grita con Francisco de Asís: ”El Amado no es amado”.
Son tan hondas las palabras del poeta de Fontiveros, que sólo resta meditarlas. Mirar al hombre de la cruz, miembro a miembro, como hacen nuestros cantos, e ir de “su cuerpo a tu cuerpo con vergüenza”. De su torrente en crecida a tu sequedad, ¿qué necesita ser regenerado por su amor? ¿Qué noche y qué maraña te esconden la fuente? “Disponeos a amar la Cruz, pues os ha encontrado” decía San Juan Bautista De La Salle. Ella ha tenido la iniciativa de salir a tu paso, de regalarte, ¿podrás mirarle cara a cara y volver tu rostro? Déjate mirar por Él y te amará. Dile con sor Cristina, jerónima sevillana:
Yo quisiera tener para quererte
Un corazón mayor que el mundo entero,
Más dúctil y más firme que el acero,
Puro, sencillo, virginal y fuerte.
…
¡Ah! Roba un corazón que aún es tan suyo,
tan frágil, tan pequeño, tan liviano,
que se deja llevar por el arrullo
fácil y dulce del apoyo humano.
Y pues que tu poder es soberano:
Dame otro corazón ¡que sea el tuyo!