El padre Luis María Mendizábal, apóstol del Corazón de Cristo desde la Teología del Vaticano II
Mons.
, Obispo de Coria-Cáceres | Tuve la suerte de encontrarme con él en muchas ocasiones de mi vida, retiros, Ejercicios Espirituales, mes Ignaciano, dirección espiritual, cursillos…Cuando participaba en su funeral, en los jesuitas en Alcalá de Henares, presidido por el Obispo de esa Diócesis, me brotaba el agradecimiento a lo que este hombre, sacerdote jesuita hasta el final, ha aportado a la Teología y a la espiritualidad del Corazón de Cristo desde el Vaticano II. Su vida nos enriqueció junto con su sabiduría tan sencilla y evangélica.
Tres son las claves que destacaría de su rica vida y magisterio a la luz del Corazón de Cristo:
- LA VIDA, UNA OPERACIÓN A CORAZÓN ABIERTO. Siempre recordaba aquella experiencia profunda del Corazón de Cristo, contemplando un documental sobre una operación de corazón a corazón abierto. Todos contemplaban asombrados, sin rechistar, impresionados, viendo cómo el cirujano movía las manos. Tomando esta imagen repetía que nuestra vida es una operación a corazón abierto. ¿Acaso no nos dice san Pablo en Filipenses que vivamos con los sentimientos del Corazón de Cristo? ¿No está aquí el fundamento de todo aquello que predicaba el P. Mendizábal, que se tomaba tan en serio la vida de cada persona como una operación del Señor con ella a corazón abierto? Repetía una y otra vez, la necesidad de ofrecer nuestra vida de veras. No era su Teología espiritual una Teología rigorista. Era su corazón, como su historia, una vida vivida como una operación a corazón abierto, donde su gran sentido del humor le llevaba a tomarse, muy en serio, lo serio que es vivir. Se creyó amado por ese Corazón y se lo contó a todo el mundo más que por proselitismo por irradiar la seducción del que tiene siempre abierto el Corazón.
- TESTIGO DE LA HUMANIDAD DE CRISTO. Enlazó el P. Mendizábal con la mejor Teología espiritual católica, con una inmensa pasión por Jesucristo en la Trinidad, por la propuesta de Jesús como ser divino cien por cien y cien por cien humano. Su mirar a la humanidad de Cristo Vivo en la Eucaristía conectó con San Ignacio en la segunda semana de los Ejercicios Espirituales en el “conocimiento interno de Jesús para más seguirle” y con Santa Teresa de Jesús y el Hermano Rafael que hablan continuamente de que no podemos alcanzar una profunda intimidad con el Señor sino a través de su “sacratísima humanidad”. Esta humanidad de Cristo con la que se sentía a gusto y explicaba con tanta sabiduría era para él el Corazón de Cristo. El Corazón de Jesús que vivía y predicaba el P. Mendizábal es el que presenta el Magisterio de la Iglesia. No le interesaba otra visión. No se salía nunca de su docilidad al Papa, como “dulce Cristo en la tierra”, del que tanto hablaba Santa Catalina de Siena. El Corazón de Cristo, la humanidad de Jesús, le llevó a explicar mil veces que el Señor no es indiferente ante la respuesta de nuestra vida personal. Le llega nuestro amor o desamor. Se tomó en serio a ese Jesús Resucitado que le dice a Saulo en el camino de Damasco: “¿Por qué me persigues?”
- CORAZÓN UNIVERSAL. Me contaba un obispo amigo que cuando el P. Mendizábal daba clase en la Gregoriana de Roma y quería hablar con él siempre había cola y no era extraño que hubiera esperando cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos, jóvenes. Una vez me contó, creo que se le escapó, que el Papa Pablo VI, al que tanto quería, le enviaba gente a consultar temas delicados.
Su corazón abierto le llevó a llevar a toda la Iglesia en su corazón, no podía ser de otra manera. Todo lo humano le interesaba. ¡Cuántas veces nos hablaba de estar abiertos a todos los carismas de la Iglesia, a todas las vocaciones, a todas las realidades. No he conocido a nadie con una espiritualidad tan profunda, sencilla y equilibrada como este hombre. Nunca le vi defenderse de nada. No hablaba mal de nadie. Lo que predicaba lo vivía, como tantas veces nos decía como “a lo tonto”. Él no se daba cuenta de que lo que lo que vivía era puro Evangelio. Vivió lo que dice la oración después de la comunión de la solemnidad del Sagrado Corazón: “el fuego del amor santo por el que cautivados siempre por tu Hijo aprendamos a reconocerle en los hermanos”. El Corazón de Jesús cautivó su corazón.
DESCASE EN PAZ EL “SERVIDOR BUENO Y FIEL”