Se puede ser moderno y profundamente fiel a Jesucristo. Carlo Acutis, un jovencísimo siervo de Dios (I)

Carlo Acutis

Jesús García Gañán, Presbítero | A veces nos parece increíble que los adolescentes de hoy día puedan llegar a tener una amistad madura con Jesucristo. Incluso en ambientes catequéticos se desaconseja ofrecer a los adolescentes el rezo del Rosario, la Eucaristía, la Confesión frecuente o la Adoración Eucarística, quizá por pensar que no están capacitados para entenderlo. Pero para los adolescentes también valen estas palabras del beato Juan Pablo II dirigidas a los jóvenes en “Cuatro Vientos”, en 2003: “Se puede ser moderno y profundamente fiel a Jesucristo”. Esto lo logró el adolescente Carlo Acutis, que quizá oyese o leyese estas significativas palabras del papa. ¿Era un muchacho especial? No. No pero sí. Ciertamente era un adolescente por su edad, pero maduro en su fe. Fallecido a los quince años de leucemia, la Archidiócesis de Milán ha abierto su causa de beatificación.

Un chico de su tiempo

Carlo nació en 1991, hijo de familia acomodada. Era un muchacho simpático, que iba a la escuela, le gustaban los videojuegos, tenía sus amigos, sus mascotas, tocaba el saxofón, era catequista, le gustaba viajar, jugaba al fútbol –no muy bien, que digamos–, y era chistoso, como buen italiano. Destacaba en su afición a la informática, de la que poseía conocimientos de nivel universitario, por su propio interés. A su edad había aprendido a realizar programas, maquetar vídeos, y crear páginas web.

Su carácter fue positivo, sin dejarse llevar nunca por la angustia, la tensión o el agobio con que a veces viven los adolescentes ante las preguntas de la vida que empiezan a descubrir. Vivió sus preguntas existenciales, pero sin dejarse poder por ellas. Da toda la impresión de que quienes lo conocían se sentían bien a su lado. Hay personas que transmiten aliento y positividad. Sus amigos lo buscaban, por su simpatía y vivacidad. Un chico sereno, alegre, nada ensimismado, interesado por los demás, de talante abierto, amante de la amistad y la compañía. Él ha vivido toda su corta vida desde la positividad que ha descubierto en las cosas del mundo, de su vida cotidiana: en casa, en el colegio, en la parroquia, con sus amigos. Esos han sido los escenarios de su vida. Vida que repentinamente le fue segada por la enfermedad el 12 de octubre de 2006, a sus quince años. Su partida dejó un gran vacío en quienes lo conocieron.

Hay muchos chicos así, todos conocemos alguno. Hasta aquí nada de especial. ¿Por qué traer aquí esta figura?

Carlo Acutis en Fátima

“La Eucaristía es mi autopista hacia el cielo”

Esta frase suya resume bien su vida de fe. Los que lo conocieron, especialmente su madre, Antonia, coinciden en destacar que Carlo llegó a tener una intimidad muy profunda con Jesucristo. Comencemos por el principio. Ya con cuatro años sus padres tenían que dar gusto a sus “caprichos” de entrar en las iglesias a ver a Jesús o a la Virgen y darles un beso. Sus padres vieron en esta inclinación algo de llamativo en su hijo. Hacía preguntas y llegó a conocer muy bien la Historia Sagrada. La familiaridad con Jesucristo y su precoz conocimiento de la doctrina le llevaron a desear comulgar cuando contaba solamente siete años. El párroco lo llevó a ser examinado por Mons. Macchi, que había sido secretario del papa Pablo VI, y lo halló preparado para participar sacramentalmente de la Eucaristía, por primera vez con sus siete tiernos años. Desde entonces, su deseo de amistad con Jesús, le inclinó a comulgar diariamente, y así lo hizo, siempre que pudo, hasta la hora de su muerte.

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