Sin puntos

Carretera

Ricado Vargas (artículo recuperado del número 91 de la revista) | Desde que hace unos años se implantó en España el sistema del carnet de conducir por puntos, ésta es una de las mayores preocupaciones de mucha gente: quedarse “sin puntos”. Al principio muchos no le dieron importancia: “Total, tengo doce…”. Después la cuenta empezó a bajar, alarmantemente en algunos casos. Y empezaron los “trapicheos”: endosarle la sanción a la tía, que tiene carnet pero ya no conduce; compraventa de puntos por internet… ¡en fin! La picaresca hispana, que está muy claro que no se agotó con el Lazarillo de Tormes, allá en el s. XVI. ¡A las pruebas me remito!

El amor del Corazón de Jesús no es “por puntos”.

Puedo perder su amistad -es cierto- si le rechazo. Puedo herirle con lo que hago o digo, cuando le relego a un rincón de mi vida, o no uso la misericordia con esos que Él quiere tanto: “lo que hacéis a estos, mis humildes hermanos, a mí me lo hacéis” (cf. Mt 25).

Pero su amor no disminuye por eso. Ni un ápice. Si cabe, se vuelve aún más afanoso, más delicado, más efusivo. Porque tiene entrañas de misericordia. Porque cuando entra en contacto con el mal, ya físico (enfermedad, sufrimiento, tragedias…) ya moral (pecado, maldad…), se crece, se enciende, y no para hasta extraer de allí un bien.

Ciertamente, amigos, habremos de aplicarnos a no infringir el “código de circulación” que el Señor nos propone: “Art. 1º: Ama a Dios sobre todas las cosas; y Art. 2º: Amaos unos a otros como yo os he amado”. Pero no será porque “perdamos puntos” ante Él. ¿Para qué herirle? ¿Para qué hacernos daño nosotros mismos, sin necesidad? Es verdad. Pero no me digáis… ¡da una paz y una alegría tan grande saber que ante Jesús nunca me quedaré “sin puntos”!

Anterior

Oración al Cristo del Calvario

Siguiente

Sagrado Corazón en La Guarda, Badajoz