María, modelo de dignificación de la mujer
Mons.
, Obispo de San Sebastián | En el Ave María vemos la proclamación de María como auténtico modelo de la dignificación de la mujer y de su liberación. En Mulieris Dignitatem, que es uno de los documentos del pontificado de Juan Pablo II sobre la dignidad de la mujer, el entonces papa recordaba que la mujer se encuentra en el corazón mismo del acontecimiento salvífico, porque es con la respuesta de María cuando realmente el Verbo se hace carne. Y, de esta manera, la plenitud de los tiempos manifiesta la dignidad extraordinaria de la mujer. Son palabras de Juan Pablo II.Qué maravilloso es descubrir que solamente de una persona, de una mujer en concreto, se ha dicho que está llena de gracia. Y con el sí de María el mundo se ha hecho nuevo y ha comenzado una esperanza para todas las generaciones. Ésta es la novedad que descubrimos en María, que ha sido su sí, el sí nacido de una mujer. Ella ha sido puerta para que la salvación de Dios venga a nosotros.
Los cristianos, al dirigir los ojos a María, comprendemos en un instante el protagonismo de la mujer, que merece una mayor participación en las tareas sociales y un mayor protagonismo en nuestra sociedad. Juan Pablo II, en el documento Mulieris Dignitatem, nos recuerda que el mensaje bíblico y evangélico está custodiando la Verdad sobre la misma dignidad del hombre y de la mujer. Sin embargo, decir que son de la misma dignidad tiene que llevar no a un igualitarismo, sino a entender que existe originalidad. Hay una diversidad específica, en lo que es la masculinidad y la feminidad. Es una de las afirmaciones principales de Juan Pablo II, porque a veces, en nombre de la liberación de la esclavitud de la mujer, se ha querido emborronar o perder la propia originalidad femenina y eso es un triste favor a la causa de la mujer. Es un igualitarismo equivocado.
La Virgen María es la expresión más grandiosa de la dignidad y de la libertad femenina. Según Mulieris Dignitatem: «María es testigo del nuevo ‘principio’ y de la ‘nueva criatura’. Es más, ella misma, como la primera redimida en la historia de la salvación, es ‘una nueva criatura’; es la ‘llena de gracia’… en ella tiene su comienzo la nueva y definitiva Alianza de Dios con la humanidad, la Alianza en la Sangre redentora de Cristo. Esta Alianza tiene su comienzo con una mujer, la ‘mujer’, en la Anunciación de Nazaret».
Qué hondura tiene decir que María es nuevo principio de la dignidad y de la vocación de la mujer. Qué grande es que en María toda mujer pueda descubrir su propia dignidad. Por otra parte, hay que constatar el testimonio que nos dio Jesús en su trato exquisito con la mujer en el Evangelio. En primer lugar con su Madre, pero también con todas las mujeres que se encontró en el camino de su vida. En contra de la costumbre seguida por maestros y rabinos, tuvo entre su discipulado grupos de mujeres que le seguían. Fue Jesús quien salvó la vida de la mujer condenada a muerte que querían apedrear e hizo reflexionar a los hombres de su época sobre su hipocresía. Cristo fue ante sus contemporáneos el verdadero promotor de la dignidad de la mujer y de la vocación correspondiente a esa dignidad.