Lo que el Sagrado Corazón de Jesús quiera
| Cuando Dios entra en el corazón de una persona la lleva por donde quiere y como quiere. Es la providencia divina la brújula que marca el camino del orante que se acerca al Sagrado Corazón que quiere lo mejor para quien acepta gustoso este encuentro de amor fecundo. La respuesta humana es muy diversa, pero el motor de dicha respuesta brota siempre de lo que rebosa de su corazón enamorado. Se demuestra así, de manera patente, el recogimiento que vive el corazón orante cuando se abre al Corazón del Dios Humanado de par en par para gozar de las gracias prometidas. Es abrirse a su Palabra y saber perseverar siempre en la presencia divina.
Así discurrió la vida de una gran santa, Maravillas de Jesús, se dejó tocar por el Sagrado Corazón y empezó una nueva vida que supo contagiar con maestría a muchas jóvenes de la primera mitad del siglo pasado, para entrar cada vez más en el abandono que daba muestra de su gran fe en El, que le había llamado al Carmelo Descalzo, e iniciar una gran obra que dio sus pasos inaugurales en el Cerro de los Ángeles con la primera de sus fundaciones.
Cada comunidad fundada por Madre Maravillas es un espejo donde uno puede descubrir el paso de Dios en cada hermana que sabe esperar y acoger en confianza lo que Dios le pide para mayor bien de la Iglesia. La carmelita descalza se deja hacer para poder ser esa arca donde Dios deja custodiados sus más queridos tesoros, los dones de la gracia, del Espíritu Santo, y de este modo no hay miedo ni duda ni incertidumbre por lo venidero, nunca.
Siempre con la mirada puesta en Dios, y sobre todo desde el Cerro de los Ángeles, Madre Maravillas abre su corazón durante la oración en el coro ante el sagrario, o desde alguna ventana para contemplar el monumento al Sagrado Corazón que tanto llenaba su alma al rezar con calma un padrenuestro, meditar o contemplar lo que sucede en lo más íntimo del Corazón del Dios.
Nos queda apenas un año para celebrar con gozo el centenario del monumento erigido al Sagrado Corazón en el centro geográfico de España y acercarnos a él no sólo físicamente, sino también en oración, en confianza, en fe; como lo hacía Santa Maravillas de Jesús en la soledad de sus monasterios al elevar su alma al Rey de reyes susurrando con enarbolado amor:
“Lo que Dios quiera, cuando Dios quiera, como Dios quiera”.