Del Monte Calvario a la gloria

Santísima Trinidad
Santísima Trinidad (Botticelli)

Francisco Castro, Diácono permanente | Las montañas para la humanidad siempre han causado cierta atracción misteriosa. De hecho en casi todas las religiones las distintas divinidades, de una forma u otra, han ubicado su morada en lo alto de sus cimas. Sirva como ejemplo de esta afirmación esta pequeña alusión a algunos de esos montes de otras religiones no cristianas: el monte Olimpo residencia de las divinidades griegas; el monte Uluru sagrado para los indígenas australianos; el monte Kailash, en la India donde según la mitología hindú mora el dios Shiva, dios de la destrucción, el monte Ol Doinyo Lengai, donde según los masais en su interior reside la divinidad o las cinco montañas sagradas chinas del taoísmo (Tai, Hunan, Shanxi, Song y Hua). Incluso en la mitología cananea cuyo dios Baal dominador de las tormentas, situaban su morada en el monte Safón.

¿Y para nosotros los cristianos, tienen importancia los montes o montañas en la Biblia? Es evidente que sí la tiene. De hecho las montañas se consideran importantes y sagradas. Ya para los hebreos Dios era un Dios de las montañas (1R 20,23-28ss). En la Biblia aparecen más de 14 montes (Ebal, Guerizim, Seir, Guilboa, etc…), pero voy a detenerme en los que considero los montes ha tenido relevancia más importante por los sucesos acaecidos en los mismos.

Monte Ararat: Está situado al sudeste de la actual Turquía. En él se refugiaron los hijos de Senaquerib (rey de Asiria) tras asesinar a su padre (2R 19,37). Pero sobre todo este monte nos es conocido por ser el lugar donde se posó el Arca de Noé (Gn. 8,4).

Monte Tabor: Situado en la llanura de Esdrelón, al norte de Israel. En este monte tradicionalmente ocurrió la “Transfiguración del Señor”, en presencia de tres de sus discípulos: Pedro, Santiago y Juan. Donde la apariencia de Jesús se transformó sobrenaturalmente en una manifestación de gloria.

Monte Sinaí: también llamado monte Horeb, está situado al sur de la península del Sinaí, al nordeste de Egipto, entre Asia y África. La historia del pueblo de Israel nos cuenta que desde su salida de Egipto los israelitas caminaron penosamente por el desierto de Sinaí y se dirigieron a este monte en la creencia de que en él habitaba Yahveh. Fue en este monte sagrado para los israelitas donde Moisés vio la zarza ardiente (Ex 3,1-2). Y fue en este monte donde se realizó la entrega a Moisés de las Tablas de la Ley por parte de Dios.

Monte Carmelo: Es una cordillera sobre Israel, desde la que se disfrutan unas magnificas vistas del Mar Mediterráneo. En él se apareció la Virgen del Carmen. Y fue por el siglo XII cuando un grupo de hombres, posiblemente ermitaños (o cruzados según las fuentes que consultemos) fundaron la Orden de los Carmelitas.

Monte de los Olivos: Es una colina situada muy cerca de Jerusalén. En su ladera occidental estaba situado Getsemaní (el huerto donde Jesús oró antes de su prendimiento). Fue en este monte donde según San Lucas tuvo lugar la Ascensión del Señor.

Pero si hay un monte que en estos días del mes de abril (fechas en las que este año celebramos la Semana Santa) ese es el Monte del Calvario o Gólgota. Gólgota es una palabra aramea cuya traducción significa “lugar de la calavera”. Era un lugar a las afueras de la ciudad de Jerusalén donde se realizaban las ejecuciones. La traducción que hace la Vulgata es calvaria, y de ahí deriva a la palabra en español Calvario.

Pero para nosotros los cristianos, este lugar tiene una importancia muy especial, es el lugar donde a nuestro Señor Jesucristo lo crucificaron. En él Jesucristo pronunció sus últimas siete palabras, clavado en la Cruz: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”; “Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”; “Mujer ahí tienes a tu hijo…; “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”; “¡Tengo sed!”; “Todo está consumado”; “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”. Pero desde esa Cruz, desde ese Madero, en ese monte, Cristo con su sacrificio nos dio la salvación. El Padre entregó a su Hijo para el perdón y la salvación de toda la humanidad.

Esta es la gran diferencia existe entre el Monte del Calvario y el resto de montes considerados sagrados por el resto de religiones. Para ellos esos lugares son la casa, son el lugar donde habitan sus dioses, un lugar inaccesible para los humanos por ser la morada divina de esos dioses, un lugar donde sus dioses viven holgadamente y con abundancia de felicidad. En cambio para nosotros los cristianos, es el lugar donde tuvo lugar la entrega voluntaria de Cristo para nuestra salvación. Donde el símbolo de la Cruz nos hace sentir más unidos por nuestra filiación como hijos Dios a Jesús.

En estos días de procesiones donde (si el tiempo y la pandemia no lo impiden) las imágenes de Cristo clavado en la Cruz serán llevados a hombros por las calles de nuestras ciudades, debemos recordar que esa representación del monte Calvario con Jesús escoltados por los dos ladrones significa que después de su sacrificio Cristo subió a la gloria, y está sentado a la derecha del Padre. Esa es la imagen que debe quedar en nuestros corazones, que Cristo sufrió por nuestra salvación, por nuestros pecados y que el Padre lo acogió en su seno. Y que con gran alegría celebraremos el domingo de Resurrección.

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