Al olor de las flores
| Si tenemos que buscar la fuente donde nace la oración la encontramos en el manantial del Espíritu Santo, que es el maestro interior de la oración cristiana. Hay muchos caminos de oración, tantos como orantes, pero es precisamente el Espíritu Santo quien actúa en todos y con todos. Si nos dejamos llevar por Él llegaremos a vivir y experimentar verdadera oración, la oración de la Iglesia que nos conduce a la paz interior que brota cuando nos encontramos cara a cara con Dios, como la esposa con el Esposo en el Cantar de los cantares.
Este encuentro con el Esposo, promovido por el Espíritu Santo, es lo que retrata con maestría Santa Teresa de Jesús en la única obra que tuvo que arrojar al fuego por mandato de sus confesores: Los conceptos del amor de Dios. En pocas páginas nos describe cómo es ese amor de Dios, el encuentro esponsal, al comentar algunos versos del Cantar de los cantares. Para ello lo primero que hace es reconocer que la Sagrada Escritura ha de ser tratada con veneración además de que no es fácil comprenderla. Desde los textos de la Biblia podemos llegar a vivir la paz que Dios concede al hombre que es capaz de rechazar y superar la falsa paz que ofrece el mundo, el demonio y la carne. Una vez puestos los cimientos se lanza a desentrañar la oración de unión y sus beneficios.
La Madre Teresa de Jesús nos introduce una vez más en la vida de oración. En esta ocasión con apenas siete capítulos, que son los que componen este librillo, nos prepara y ambienta para lo que más tarde desarrolla en el Castillo interior cuando llega al matrimonio espiritual en la séptima morada. Los Conceptos son muestra patente de que la Santa de Ávila está llena de Dios, vive enamorada de Él y no quiere ni puede callárselo, sino que pretende, suspira y ansía que todos gocemos como ella del gran don de la oración.
Al terminar esta obra siente y manifiesta esos deseos de amor a Dios sin límite alguno que pueda frenarla, se entrega de todo a su Esposo para dar paso a la unión. La vida de oración le ayuda a comprender cómo ha de ser y comportarse la esposa ante el Esposo así como a dejarse llenar del aroma de las flores que nacen de un árbol único; el árbol de amor de Dios: “De otro olor son esas flores que las que acá olemos. Entiendo yo aquí que pide hacer grandes obras en servicio de nuestro Señor y del prójimo, y por esto huelga de perder aquel deleite y contento; que aunque es vida más activa que contemplativa y parece perderá si le concede esta petición, cuando el alma está en este estado, nunca dejan de obrar casi juntas Marta y María; porque en lo activo y que parece exterior, obra lo interior, y cuando las obras activas salen de esta raíz, son admirables y olorosísimas flores; porque proceden de este árbol de amor de Dios y por sólo Él, sin ningún interés propio, y extiéndase el olor de estas flores para aprovechar a muchos, y es olor que dura, no pasa presto, sino que hace gran operación” (Conceptos del amor de Dios 7,3).