Santa Juana Francisca de Chantal

Santa Juana Francisca de Chantal

Jesús García Gañán, Presbítero

Juana: esposa y madre

Santa Juana Francisca de Chantal, cofundadora, junto con San Francisco de Sales de la Orden de la Visitación de María, nació en Dijon, Francia, el 23 de enero del año 1572, nueve años después de haber finalizado el Concilio de Trento. Su madre murió cuando tenía tan solo dieciocho meses de vida. Su padre, hombre distinguido, de recia personalidad y una gran fe, se convirtió así en la mayor influencia de su niñez. A los veintiún años se casó con el Barón Cristóbal, de quien tuvo seis hijos. Dos de ellos murieron en la temprana niñez. Un varón y tres niñas sobrevivieron. Tras siete años de matrimonio ideal, su esposo murió en un accidente de cacería. Nos consta, por las crónicas de su vida, que ella educó siempre a sus hijos cristianamente. En el otoño del año 1602, el suegro de Juana la forzó a vivir en su castillo de Monthelon, amenazándola con desheredar a sus hijos si se rehusaba. Ella pasó unos siete años bajo su errática y dominante custodia, aguantando malos tratos y humillaciones. En 1604, en una visita a su padre, conoció a San Francisco de Sales, y así comenzó un nuevo capítulo en su vida.

Juana: esposa del Señor

Bajo el brillante acompañamiento espiritual de San Francisco de Sales, Juana Francisca creció en sabiduría espiritual y auténtica santidad. Trabajando juntos, fundaron la Orden de la Visitación de Annecy en 1610. Su plan al principio fue el de establecer un instituto religioso muy práctico algo similar al de las Hijas de la Caridad. No obstante, bajo el consejo enérgico del Cardenal de Marquemont de Lyons, ambos se vieron obligados a renunciar al cuidado de los enfermos, de los pobres y de los presos y otros apostolados para establecer una vida de claustro riguroso. El título oficial de la Orden fue la Visitación de Santa María.

Su gran vida espiritual

Francisco de Sales escribió de Juana Francisca, quedando perplejo, estas palabras sobre ella: tenía un corazón vigoroso que amaba y quería con fuerza. Igualmente, el cardenal Pedro de Berulle, destacó de ella lo siguiente: El corazón de esta señora es un altar donde el fuego del amor no se extingue y será tan vehemente que no sólo consumirá los sacrificios, sino el altar mismo. Y es que, cuando repasamos un poco la vida de los santos, nos damos cuenta de que en todos hay una nota dominante: son personas henchidas del amor de Dios, y que han sabido encontrar la perla preciosa y no cambiarla por nada del mundo.

En la vida de Juana, tanto en sus primeros años de vida como esposa del barón de Chantal, como después, en sus años de vida religiosa, se percibe una continua búsqueda de Dios. Estando casada con el barón de Chantal, Cristóbal, todos la llamaban “La perfecta señora”, precisamente porque su manera de obrar llamaba la atención para su estado noble y la época en la que vivía. Cuentan de ella que era piadosa y prudente; caritativa con los pobres y los enfermos, y en todo momento se la consideraba como la madre de familia ideal. Con la muerte accidental de su marido, ella pudo experimentar como nadie, el sufrimiento y el dolor por la pérdida de su joven marido. Seguramente esta prueba, la sirvió en gran medida para ponerse delante de Dios y descubrir en su joven corazón, la vocación a la vida religiosa. Es en este momento cuando Juana se siente llamada al don total de sí misma, y se refugia en la oración, la educación de sus hijos y la atención y cuidado de los más pobres. Sirviéndose de estos medios que el Señor la pone a su alcance, aparecerá san Francisco de Sales, Obispo de Ginebra, con quien comenzará un auténtico itinerario de vida espiritual. El santo descubrió rápidamente en ella un alma de elección, y también muchas ideas y sentimientos comunes.

El carisma de la nueva Orden

El objetivo principal que se buscaba con la fundación de esta nueva Orden era el amor y el servicio de Dios en la vida contemplativa. La Visitación sería, tal y como Francisco de Sales señalaba, una casa de oración, un hogar de irradiación espiritual, un instrumento de apostolado al servicio de la renovación de la Iglesia católica. Uno de los textos recogidos en las Constituciones de la Orden de la Visitación de María reza así: La Orden de la Visitación de Santa María, fue fundada por San Francisco de Sales y Santa Juana Francisca de Chantal, bajo la acción del Espíritu Santo, para dar a Dios hijas de oración, tan interiores que sean dignas de adorarle en espíritu y en verdad. Un espíritu que no busca sino a Dios y tiende continuamente a unirse a Él; un espíritu de profunda humildad para con Dios y de gran dulzura para con el prójimo; un espíritu que no pone el acento en las austeridades exteriores, deben suplirlas con la renuncia interior, una gran sencillez y alegría en la vida común.

En varias ocasiones, Santa Juana Francisca proponía a sus hermanas de comunidad estas palabras: ¿Queréis ser humilde, hija mía? Tratad de conoceros bien; desead que os reconozcan imperfecta; amad el desprecio, en todas sus formas y de cualquier parte que os venga. No ocultéis vuestros defectos; dejad que se vean, aceptando con cariño la abyección que de ellos os resulte. No dejéis nunca decaer vuestro corazón por alguna falta que podáis cometer. Desconfiad de vos misma y confiad única e incesantemente en Dios, persuadida de que, no pudiendo nada por vos, todo lo podéis con su gracia y poderosa ayuda.

Anterior

En comunión con la Santa Madre de Dios (XII)

Siguiente

En Sangüesa, Navarra