Meditar en el Corazón

Sagrado Corazón del Cerro de los Ángeles
Fotografía: Contando Estrelas (Flickr)

Fr. Rafael Pascual Elías, OCD | El ser humano busca, siempre busca. ¿El qué? Su sentido, su centro, su meta final. Eso es meditar. Buscar desde lo más íntimo de uno mismo el porqué y el cómo de la vida propia del cristiano para acercarse, unirse y no separarse nunca de lo que uno ha encontrado: un Corazón vivo. Para este camino, sobre todo al inicio, pero también en cualquier momento, es muy buena ayuda la lectura de textos que nos acercan a la esencia del Amor. Contamos con la Biblia, las lecturas diarias de la misa, los escritos de los grandes santos y cualquier obra que refresque nuestro espíritu.

Pongamos un ejemplo práctico. Un simple párrafo de una carta puede servirnos de profunda meditación que nos lleva al lugar adonde queremos llegar: el Corazón de Jesús. En este momento en que se cumplen cien años de la consagración de España al Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles vamos a servirnos de una enamorada de este Corazón de Jesús, la Madre Pilar Izquierdo, para hacer una meditación viva que abra nuestro ser a una nueva realidad. ¡Madre Pilar ayúdanos a meditar!

Vamos a leer:

“En este mes cuántas gracias concederá el amado Jesús. En todos los momentos el Corazón divino de nuestro Jesús está dispuesto a escucharnos y complacernos en nuestras peticiones. ¡Qué dicha ser de Jesús!, no hay nada más seguro para llegar a la perfección. […] Amemos, puesto nuestro corazón se hizo para esto. Pienso muchas veces, ¿quién prodigará el amor a nuestro corazón? […] Solo un ser existe para comprender el amor: ¡nuestro Jesús! […] Amémosle y en todo momento no le neguemos nada de lo que nos pida para que así no nos separemos nunca de sus divinos designios” (Carta 411 Beata Pilar Izquierdo).

Ahora meditamos y damos siete pasos:

Situarnos en el tiempo que vivimos: mes de junio de 2019, el de la carta es de 1943.

El Corazón de Jesús siempre está abierto y dispuesto a escucharnos.

Ser de Jesús nos encamina a la perfección.

Estamos hechos para amar, por ello hemos de amar.

Entramos en intimidad con el Corazón Sagrado.

Llegamos al fin de la meditación: Amarle para cumplir su voluntad, lo que Él nos pide.

¿Y qué nos queda?:

¡Dejarnos amar por ese Corazón! ¡Entrar en el Corazón de Cristo!

¡Consagrar nuestra vida al Sagrado Corazón!

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