María, refugio de misericordia

Vidriera de la Virgen María

Mons. José Ignacio Munilla, Obispo de San Sebastián | Cuando Juan Pablo II invitó a los obispos a consagrar el mundo a la Virgen María, en aquel 25 de marzo de 1984, comenzó diciendo «al abrigo de tu misericordia nos refugiamos, Santa Madre de Dios». Estas palabras del papa aluden a que a Ella se le ha consagrado el orden de la misericordia, porque todas las gracias vienen por sus manos.

Podemos decir que cuando experimentamos que Dios es el fuego devorador, la zarza ardiendo, entonces comprendemos que María ha llevado ese fuego del amor de Dios sin consumirse. Y entonces nos refugiamos en Ella para ser protegidos por su humildad y su dulzura.

Muchos padres de la Iglesia utilizan la imagen de que igual que Moisés se colocó en la hendidura de la roca, protegido por la mano de Dios, así nosotros nos adentramos en la roca que es María, entendiendo, desde nuestro ser pecador, un fuego del amor de Dios que no somos capaces de disfrutar sin pedir misericordia. Necesitamos purificarnos de nuestro pecado para poder contemplar el rostro de Dios. Esta es la imagen en la que María es invocada, bien sea en la Salve, bien sea en Bajo tu amparo o en el Acordaos. Es invocada como refugio de misericordia.

Luis María Guiñón de Montfort habla del poder de María sobre Dios, pero lo hace en sentido metafórico, porque María es la esclava del Señor. Así es como se presenta. Si podemos hablar del poder de María sobre Dios es en el sentido de la omnipotencia suplicante, por ejemplo, en el episodio de las bodas de Caná, donde parece que María empuja a su Hijo a hacer ese signo de la conversión del agua en vino. Da la impresión de que Ella es el detonante y ese es su poder sobre su Hijo o sobre Dios. Obviamente es, como decía, una manera metafórica de hablar y se refiere al don que Dios le ha dado para que interceda.

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