Es la hora de transformar
Mons.
, Obispo de Coria-Cáceres | No podemos quedarnos cruzados de brazos cuando la Iglesia nos invita a que debemos transformar el mundo, según el Corazón de Dios. Los cristianos sabemos que Jesús nos recuerda “sin mi nada podéis hacer,”, ahora, mi pregunta sencilla es, ¿y qué podemos hacer?, o mejor, ¿qué podemos vivir? Muchos se han instalado en la queja, es señal de que creemos que poco podemos hacer y que tenemos que retirarnos a los cuarteles de inviernos mientras pase la tormenta.Se pueden y se deben hacer varias cosas:
1- En la espiritualidad del Corazón de Cristo, el ofrecimiento diario de obras. El saber que podemos unir nuestra vida a Cristo Redentor para que tengamos vida y la tengamos en abundancia, potenciar que tantas personas que sufren unan sus vidas a Cristo, sabiendo que aquí está el misterio de nuestra fecundidad. La unión con el Corazón de Cristo se llama santidad y nos abre siempre a la esperanza.
2- Vivir de veras lo que tenemos que vivir. No soñar con lo que podríamos hacer, sino que tengo que vivir de veras todo y entregarme de veras con alma, vida y corazón. Vivamos lo que estamos llamados a vivir unidos a Cristo. Agua Viva quiere colaborar para que en la Iglesia nos tomemos con alegría, pero seriamente, la llamada a la santidad. El Corazón de Cristo nos empuja a la entrega de la vida por amor.
3- Y, a cada persona que te encuentres en el camino, ayúdala a que se encuentre con el Dios de la Vida. Tenemos que convencernos de que cada persona es única e irrepetible para Dios. Las personas nunca son problemas, son don y tarea. Si fuesen problemas estaríamos toda la vida luchando para quitárnoslos de en medio. Si cada persona, tu hijo, tu hermano, tus amigos, los vives como un don del Amor de Dios y no como tarea por ayudar a todos a crecer en el amor, entonces todo cambiaría. Los problemas existen. El paro, el dolor, la muerte, la enfermedad, “no llegar a fin de mes”, pero yo no puedo aplicarlo a las personas. Las personas no son un problema, son un don, un regalo, que acogidos por nosotros, de corazón, nos embarcan en la tarea de crecer juntos, de construir unidos.