Santa María, Madre de Dios

Mons.
, Obispo de San Sebastián | María es el molde en que el Espíritu Santo ha formado la humanidad de Jesucristo. Y se queda corta esa imagen, porque el molde tiene una función pasiva y María no contuvo únicamente a Jesús, sino que le dio su carne y su sangre. Fue engendrado en sus entrañas.La etimología de la palabra Jesús es Dios-salva. Es como decir que María nos ha dado la salvación. Ella es la puerta del cielo. Amamanta al que es el autor de nuestra salvación. Por eso, esa añadidura de Jesús a «bendito es el fruto de tu vientre» en el Ave María es para que valoremos lo que Dios nos está dando a través de María.
La segunda parte del Ave María fue más tardía. No es tanto la invocación bíblica del Arcángel Gabriel y de Isabel, sino es más bien la invocación del pueblo de Dios a María. Es el eco que en el pueblo ha suscitado la escucha de ese anuncio de Gabriel y la salutación de Isabel.
Para destacar a la Virgen del resto de los santos, a veces, se le ha llamado la Santísima Virgen María. En cualquier caso, siempre será necesario recordar que sólo Dios es santo, pero Él ha querido que las criaturas puedan participar de su santidad. Nosotros estamos llamados a ella por un don de la Misericordia de Dios, pero en parte somos pecadores y en parte hemos acogido la Gracia, de ahí que sea una santidad diferente a la de María.
Si respondiéramos plenamente al plan de Dios, ¿qué sería de nuestra vida?, ¿qué grado de felicidad tendríamos? Sin embargo, estamos llamados a una santidad que se compagina con haber pecado y con ser de Dios en parte, pero al mismo tiempo tener que confesar que somos del mundo. Por eso, es distinta la santidad de San Agustín o Santa Teresa de Jesús a la de Santa María. Cuando la Iglesia estudia en un proceso de canonización la vida de una persona, no exige que no haya tenido ningún pecado, porque entonces no habría ningún santo. Lo que pide es que haya tenido un in crescendo en su vida y que, en su momento último, haya vivido las virtudes en grado heroico.
En lo que nosotros entendemos por santidad en esta vida, en nuestra condición humana, se compaginan la Gracia y el pecado. No así en el caso de María. Ella es la llena de Gracia, la que ha participado perfectamente, en la medida en que la naturaleza humana -que es limitada- puede participar de la santidad de Dios. Aunque María haya respondido plenamente a la llamada de Dios y no haya rechazado nunca el don de su Gracia no quiere decir que sea santa como Dios. Ella es una criatura humana y, por tanto, limitada, pero no tiene mancha de pecado.