Don de Sabiduría (III)
Mons.
, Obispo de San Sebastián | ¿Que efectos tiene el don de sabiduría? Da a los santos el sentido de lo divino, de la eternidad. Es la sustitución del instinto humano por lo divino. Los que tienen este don todo lo ven desde las alturas, desde el punto de vista de Dios. Hasta los pequeños episodios de la vida diaria o los grandes acontecimientos internacionales, en todo, ven la mano de Dios. Se remontan a Dios en medio de las causas segundas, en medio, por ejemplo, de problemas, de calumnias, de persecuciones… en medio de muchas cosas, ellos no se detienen en las causas segundas sino que se eleva su mirada a Dios. Por ejemplo, ante la maldad de los hombres (donde lo primero que nos sale es un ‘mira lo que ha hecho este, mira lo que ha hecho el otro, mira que fracaso…’) no se detienen en estas causas segundas, si no que juzgan, en todo, el hecho de que Dios tiene un designio de sabiduría, un designio salvífico. Juzgan todo desde el hecho del beneficio eterno de Dios, de que todo resulta para bien de los que aman a Dios. Ven la mano de Dios en todo. Les hace vivir de un modo enteramente divino los misterios de nuestra vida desde la fe.Este don de sabiduría es el que hace entrar más a las almas en esa ciencia divina contemplando las cosas desde ese centro: desde la mirada de Dios. De tal manera que su mirada tiende a identificarse con el ángulo de vista que Dios tiene de las cosas. Es llegar a decir ‘¿qué piensa Dios de esto? ¿Qué está ocurriendo aquí? Y ¿por qué lo ha permitido Dios y qué planes tiene Dios con esto que está ocurriendo aquí, en esta familia o esta ciudad? ¿Qué planes tiene Dios?’ Esto es lo que permite el don de sabiduría.
Al mismo tiempo hay que decir que otro efecto que tiene el don de sabiduría es que nos permite vivir el don de la inhabitación del Espíritu Santo de una manera perfecta, en el sentido de que nos ayuda a vivir el don de la inhabitación y sentirnos inhabitados por las tres personas divinas. Esto es muy importante porque aunque se entregue uno a toda clase de trabajo, aunque esté lleno de muchas actividades… en lo más profundo de su alma siente la compañía del PADRE DEL HIJO Y DEL ESPIRITU SANTO QUE NO LE ABANDONA NI UN SOLO INSTANTE. Es la conjugación perfecta de Marta y María. Nosotros nos montamos ‘un lio’ para conjugar la vida activa y la vida contemplativa, es decir, hasta que punto tenemos que dedicar tiempo a la acción y que parte de tiempo a la contemplación, como conjugar oración y actividad. Y nos armamos ‘un lio’ en ello porque no tenemos el don de sabiduría y no estamos asistidos por ella. Si tuviésemos el don de sabiduría conjugaríamos perfectamente acción y contemplación pues en el don de sabiduría se juntan Marta y María y están perfectamente integradas esas dos cosas porque es ver las cosas completamente, perfectamente, continuamente acompañado por Dios.
Más efectos del don de sabiduría en nosotros: lleva hasta el heroísmo la virtud de la caridad. Esta es la finalidad fundamental del don de sabiduría. El fuego de la caridad adquiere proporciones gigantescas porque es la muerte total al propio yo, ese yo carnal, es el amor a Dios con un amor purísimo por su infinita bondad sin mezcla de interés o de otras motivaciones carnales, es el triunfo definitivo de la gracia sobre la muerte total de ese propio egoísmo con respecto al prójimo. Si uno dice que la gracia obra en nosotros muriendo ese yo carnal os podéis imaginar que eso nos llevará a una perfección grande en ese amor al prójimo viendo a Dios en el mismo, gozando incluso cuando uno se priva de muchas cosas para ofrecer al prójimo. De esta manera llega un momento que casi no le cuesta hacer eso pues casi disfruta haciéndolo, disfruta de privarse de muchas cosas para poder entregarlas al prójimo. El egoísmo personal ha muerto.
Por último, otros de los efectos del don de sabiduría es que proporciona a todas las virtudes el último rasgo de perfección haciendo que sean verdaderamente divinas. Perfecciona la caridad. Si decíamos que la caridad es la forma de todas las virtudes y que sin caridad las demás virtudes son imperfectas, pues lógicamente, el don de sabiduría, que es el que perfecciona la caridad, termina dando el último rasgo de perfección a todas las virtudes. Muerto el egoísmo, el alma se instala en la cumbre de la santidad de donde se entiende aquella inscripción de san Juan de la Cruz de aquel libro suyo Subida al monte Carmelo. San Juan de la Cruz decía que en la cumbre de este monte solo mora la honra y la gloria de Dios. En la cumbre de la santidad solo se busca eso: la honra y la gloria de Dios. No se busca a sí mismo.
Estos son los efectos del don de sabiduría, y como al explicar los demás dones también hemos dicho como cada don está ligado a un bienaventuranza concreta, hay que decir, siguiendo también la explicación de san Agustín y de santo Tomas, que ellos adjudican al don de sabiduría la séptima bienaventuranza BIENAVENTURADOS LOS PACIFICOS PORQUE ELLOS SERAN LLAMADOS HIJOS DE DIOS. La paz no es otra cosa que la tranquilidad del orden, de ese orden de la sabiduría de Dios. En la sabiduría de Dios encontramos la verdadera paz.