Don de Inteligencia (III)
Mons.
, Obispo de San Sebastián | Vivimos tiempos donde existe una gran necesidad de este don de entendimiento a fin de que la fe supere muchas tentaciones que acometen actualmente. Ya que este mundo está, de alguna manera, atacando la virtud de la fe, existe el riesgo de una fe débil pues estamos en un mundo donde existe el gran dogma del relativismo según el cual todas las opiniones son verdaderas aunque sean contrapuestas. Por ejemplo se plantea como irrefutable la idea de que todas las religiones son verdaderas aunque digan cosas distintas; como si cualquier religión o credo fuera igual. Con esto a veces lo que estamos es casi canonizando, en nombre de la tolerancia, la indiferencia. Cualquier planteamiento religioso, de vida o ideología es casi igual que el otro. Confundimos tolerancia con indiferencia, con relativismo.Por esto, en un momento en el que la virtud de la fe está siendo tan atacada por el relativismo, es importantísimo el don de entendimiento para superar estas tentaciones contra la fe, haciendo frente a este pluralismo religioso. El cual nos quiere embotar la cabeza haciéndonos creer que son mínimas la diferencias entre el cristianismo y las demás religiones. Y por supuesto que esas diferencias son muy importantes.
La novedad de Jesucristo es una novedad que hace que el cristianismo sea verdaderamente diferente del resto de las religiones y caer en el llamado pluralismo religioso, como si las distintas religiones fuesen solo una riqueza, como si fuesen una diversidad de la riqueza de una cultura, sería un error porque existen verdades que son incompatibles con otro tipos de afirmaciones y no se puede hablar de un pluralismo religioso como si fuera algo sinónimo, cultural o debido a las tradiciones. No, no pueden existir dos afirmaciones contradictorias y ser las dos buenas o verdaderas. ¡No puede ser! Si son contradictorias son contradictorias. Si yo creo en la resurrección no puedo creer en la reencarnación porque son dos cosas distintas y contrapuestas. Pero estamos en una sociedad de relativismo que puede hacer titubear a la fe, a la virtud de la fe, por eso hoy el don de entendimiento es más importante que nunca para preservarnos frente a tantas tentaciones de indiferencia, de relativismo y de subjetivismo que estamos viviendo, o de esta cultura que de alguna manera nos lo está introduciendo. Por eso necesitamos del don de entendimiento. Que el Espíritu Santo, que Jesús prometió, nos lleve a la cumbre de la fe que es el don de entendimiento, que nos revele interiormente y nos descubra todo lo que Él nos había dicho, su sentido más profundo.
¿Cómo funciona el don de entendimiento? Repitiendo lo que llevamos dicho desde el principio, la definición de este don es la siguiente: decimos que es un hábito sobrenatural infundido en la inteligencia del hombre que bajo la acción iluminadora del Espíritu Santo nos permite tener una intuición penetrante de las verdades reveladas. O sea, intuir perfectamente el sentido de las verdades reveladas por Dios, tanto a nivel teórico como a nivel práctico, en mi vida.
Vamos a ver entonces cómo funciona este don de entendimiento. Sobre esto hay que decir que Santo Tomas de Aquino lo explica muy bien, dice: el don de entendimiento tiene como dos fases. En primer lugar está la aprehensión. Aprehender, captar la esencia de las cosas, intuitivamente. El don de entendimiento permite captar con una intuición la esencia de las cosas. Y luego en una segunda fase, las va, a través de pasos distintos –que Santo Tomás nos resume en seis–, penetrando poco a poco (esas verdades que ha intuido de un golpe). Por tanto, primero tiene una intuición de golpe y luego poco a poco las va penetrando.
Esto se ve en muchos santos. En ellos vemos como han tenido imágenes muy intuitivas en las que han captado el misterio de Dios. Por ejemplo santa Teresa de Jesús tuvo la visión del castillo interior con sus moradas, y a partir de ahí poco a poco las va explicando. El alma es como un castillo interior que en el centro habita el Señor y hay que ir poco a poco avanzando hasta el castillo interior. Esa es una imagen que el Espíritu Santo le iluminó a través del don del entendimiento y luego se sirvió de ella para ir explicando e ir penetrando cada vez con más profundidad. O por ejemplo san Juan de la Cruz que habla de la subida del monte Carmelo o también del simbolismo de las noches oscuras, de la llama de amor viva, que tiernamente hiere. Son imágenes que el Señor ha iluminado a estos santos a través del don del entendimiento, a través de estas imágenes que son intuitivas, esas imágenes que lo ven todo y luego lo van explicando progresivamente.
De aquí, las dos fases: primero una intuición, una aprehensión de las cosas divinas y luego es un juicio en la segunda fase. No es que vaya razonando, porque lo propio del razonamiento no es propio del don sino de la virtud de la fe, pero va sacando conclusiones a través de un juicio que el mismo don de entendimiento da. De una manera intuitiva ve las cosas, va valorando eso que ha percibido mediante una intuición. Santo Tomás de Aquino pone seis pasos que, a través del don de entendimiento, nos van llevando a la esencia de las cosas. Seis pasos concretos. Santo Tomás de Aquino es un hombre que distingue mucho de las cosas. Nosotros hoy en día tenemos un razonamiento mucho más superficial. Uno cuando lee a santo Tomás dice: “este hombre –como se dice popularmente– es capaz de contar los pelos al conejo”. Esquematizaba cosas pequeñas. Nosotros tenemos un pensamiento mucho más superficial. Por eso yo creo que es bueno que, por lo menos en lo sustancial, sigamos el pensamiento de los grandes santos, sobre todo de santo Tomás de Aquino.