Don de Inteligencia (IV)
Mons.
, Obispo de San Sebastián | Entonces ¿qué seis pasos distingue santo Tomás para que después de haber tenido una intuición primera, a través del don de inteligencia se pueda llegar a la esencia de las cosas?Lo primero que dice es “el don del entendimiento nos hace ver la sustancia de las cosas ocultas bajo los accidentes”. Con accidentes se refiere a las apariencias en las que se guarda la sustancia. De ahí viene accidental. Es accidental que una persona tenga un color de pelo u otro color de pelo. A eso se refiere, a la diferencia entre sustancia y accidente, entre lo accidental y lo sustancial. Lo que está claro es que lo primero que sale al paso de nuestros sentidos son los fenómenos externos, los accidentes.
La inteligencia penetra hasta el corazón de la realidad, más allá de las apariencias, más allá de lo accidental. Y esto es un don de entendimiento. Que algo pueda ser hecho con facilidad, con penetración, con intuición, con sencillez, sin esfuerzo. Es decir, ver más allá de las apariencias. Los ojos de los apóstoles veían al Hijo de Dios, no se quedaban únicamente en esa imagen humana que dentro estaba ocultando al Hijo de Dios. Los místicos perciben la realidad divina escondida en la Eucaristía y tienen una relación con el Señor en la Eucaristía de una familiaridad completa y total porque parece que casi están con Él. Se habla a veces de que el padre Rubio, un santo jesuita que tenia tal don de entendimiento, se sentía acompañado por Jesucristo de tal manera que cuando subía al autobús estaba a punto de sacar dos billetes. Es decir, estaba continuamente percibiendo la presencia de Jesucristo junto a él. Por tanto, primer paso: ver por el don de entendimiento no las apariencias sino lo q está debajo de ellas.
En segundo lugar “nos descubre el sentido oculto de las Escrituras, nos abre las profundidades de las Escrituras”. A través de ellas Dios nos sigue hablando en el fondo del alma por medio de su Iglesia y de su Espíritu. En el entendimiento de la Escritura es el Espíritu Santo el que nos ilumina para su comprensión. Decía san Jerónimo que ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo. Cada fiel recibe el Espíritu Santo que le ilumina el camino de comprensión y de aplicación concreta. Es un don, por tanto, que nos ayuda a ver el sentido profundo del Magisterio de la Iglesia y de la Palabra de Dios. Aquí tenemos una aplicación bien concreta. Por eso a los santos, según iban avanzando en ese grado de intimidad con el Señor y de con-naturalidad con el Espíritu Santo se les caían de las manos muchos libros escritos por los hombres que intentaban explicar las Escrituras. Prefieren leerlas ellos. Como decía san Francisco de Asís, “a mí me gusta la Escritura sin glosas sin que me la estén explicando”. Porque si uno tiene el don de entendimiento y lee la Sagrada Escritura, el Espíritu Santo le explica muchísimas cosas y casi le estorba lo que le diga el teólogo de enfrente.
Otro paso concreto del don de entendimiento es que “manifiesta el significado de las figuras y de los símbolos”. El símbolo es uno de los medios más evocadores de los misterios divinos. Ahí tenemos el caso de la liturgia. El simbolismo penetra toda la vida del hombre y está expresado de una manera muy especial en la liturgia. Ahí encuentra su más alta expresión. Por eso el Espíritu mismo dirige las plegarias y el culto de la Iglesia para que la celebración de la liturgia y del culto divino no sea ritualista, no sea vacio, sino que penetremos en el sentido de todos esos símbolos que se están haciendo. El que tiene el don de entendimiento nunca cae en el ritualismo de la liturgia, porque está viviendo cada signo, cada símbolo. Nunca caerá en el ritualismo de ‘hacer cosas porque toca hacerlo’. Sino que tiene un don especial para que todos esos símbolos le sean evocadores de los Misterios Divinos y le están hablando. Los símbolos le hablan, no sólo los ve, sino que le están hablando. Tenemos que pedir mucho el don de entendimiento para celebrar la liturgia.
Al mismo tiempo el cuarto paso es, según Santo Tomás de Aquino, que “nos hace descubrir el mundo invisible, las verdades espirituales, bajo apariencias sensibles”. Es parecido a lo que dicho anteriormente de las sustancias y de los accidentes. He puesto el caso del padre Rubio que el tenia como una especie de con-naturalidad extraordinaria de percibir al Señor que caminaba junto a el. Otro ejemplo de esto es también el de Alexia. Una chica de Madrid que murió de leucemia muy joven. Llama poderosamente la atención, al leer su libro, la intimidad tan grande que ella tenía con su ángel de la guarda. Le había bautizado, le había puesto el nombre de Hugo y hablaba con él como quien habla con un amigo. Esto es así porque tiene un don de entendimiento y es capaz de percibir las realidades sobrenaturales como si se le hiciese casi más reales que las materiales. Nosotros cuando no tenemos el don de entendimiento estamos totalmente limitados porque lo que no veo, lo que no palpo, lo que no toco es como si no existiese pues el don de entendimiento le hace al padre Rubio entender que Jesucristo está al lado suyo con un grado de realismo que va pide el billete de el para el autobús o esta joven Alexia habla con su ángel de la guarda con mas realidad o con mas realismo que puede hablar con el vecino de frente porque el don de entendimiento le ha permitido tal cosa.
Los dos últimos pasos es que el don de entendimiento “nos hace percibir las causas a través de los efectos” y también “nos hace ver los efectos contenidos en las causas con facilidad”. En el proceso habitual del pensamiento humano hay dos maneras de proceder: por intuición o por raciocinio. Pues bien, el don de entendimiento no razona sino que funciona por intuición. Por un solo vistazo es capaz de ver los efectos y las causas y las concatena con facilidad. Se da cuenta enseguida de que una cosa esta unida a la otra en las causas desde los efectos; y al revés, percibiendo las causas llega, también, a los efectos.
Estos son, por lo tanto, seis pasos concretos con los que Santo Tomás de Aquino nos explica cómo se desarrolla el don de entendimiento en nosotros.